El 'Macbeth' más sombrío
Fassbender y Cotillard convencen adaptando a Shakespeare
Que levante la mano quien no haya oído nunca hablar de 'Macbeth'. ¿Nadie? Por supuesto. La historia de cómo un soldado es incitado a cometer regicidio por su ambiciosa esposa y de cómo la sed de poder, el fanatismo y la paranoia lo empujan al abismo de la locura es una de las obras más icónicas de Shakespeare y de las que han sido llevadas a la pantalla por más prestigiosos directores -Orson Welles y Roman Polanski, entre ellos-, y es precisamente por eso que las dudas razonables han estado revoloteando como avispas nerviosas alrededor 'Macbeth', presentada este sábado a competición en Cannes, más o menos desde que su existencia misma se hizo pública.
Sensibilidad moderna
En favor de su director, el australiano Justin Kurzel -que en su asombroso debut, el drama criminal 'Snowtown', ya exploró el potencial destructor de las inseguridades y el ego masculinos-, cabe decir que ha tratado de dotar su versión de una sensibilidad decididamente moderna. En primer lugar, despojando la historia de toda pretensión de teatralidad. En segundo, intentando proporcionar un contexto racional a los terribles actos de su pareja protagonista, que Michael Fassbender y Marion Cotillard encarnan de forma esencialmente impecable.
La doble estrategia le funciona a medias. Al hacer que los personajes hablen de forma lacónica, Kurzel salva la distancia que los estilos interpretativos demasiado afectados suelen imponer sobre el espectador. Pero, a cambio, no queda claro que los actores acaben de creerse lo que dicen. La poesía y la grandiosidad de los diálogos apenas llegan a aflorar.
Demoledor motivo
Asimismo, aquí las decisiones de Macbeth y señora tienen un demoledor motivo: la muerte de un hijo. «Es una película sobre cómo reemplazamos algo que hemos perdido, la desesperación a la que tratar de llenar ese vacío nos puede abocar», explicaba ayer Kurzel -que por cierto repetirá con Fassbender y Cotillard en la adaptación del videojuego 'Assassin's Creed'-. Su decisión humaniza a los personajes pero también los ablanda, y eso no es bueno. Que su chaladura sea en parte un misterio siempre ha sido uno de los grandes atractivos del texto.
Frágil en la piel de Cottillard
Ablandar, en todo caso, quizá no sea la palabra adecuada, porque se mire como se mire Macbeth es un maniaco homicida, y que lo sea desde el principio -en otras palabras, no hay evolución- también resulta problemático considerando que, por otra parte, Lady Macbeth nunca había sido tan frágil como lo es en la piel de Cotillard. Como resultado, no siempre resulta creíble que él haría cualquier cosa por ella ni que ella posee la capacidad para manipularlo.
Por ello, en última instancia el mayor triunfo de la nueva película es su asfixiante capacidad atmosférica. Es un triunfo clamoroso. Gracias a la espesa niebla, al fuego, a los cielos ensangrentados, el mundo de Shakespeare se parece al mismísimo infierno como nunca antes lo hizo. Por eso, estamos ante la versión más sombría y oscura de 'Macbeth'. ¿La mejor? No, ese honor sin duda le corresponde a 'Trono de sangre', de Akira Kurosawa. Pero sí alcanza las mismas alturas que el 'Macbeth' de Polanski, y nos demuestra lo a menudo que abusamos de superlativos para hablar de la versión de Welles. No es un logro pequeño.
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