ESTRENO EN TEMPORADA ALTA

Lupa vuelve a Bernhard con 'Tala'

El prestigioso director polaco adapta la polémica novela en la que el autor carga contra los artistas burgueses que «pierden la independencia y se prostituyen»

Maratoniano  8Escena de 'Tala', un montaje de cuatro horas con el que Lupa regresa a Temporada Alta.

Maratoniano 8Escena de 'Tala', un montaje de cuatro horas con el que Lupa regresa a Temporada Alta.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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El prestigioso director polaco Krystian Lupa vuelve a Temporada Alta con Tala, una de las novelas más polémicas del «vampiro» Thomas Bernhard, como define el propio Lupa a un autor que le tiene atrapado. «Me cuesta escaparme de sus garras. Siempre descubro detalles nuevos cuando releo sus textos», afirma. Tras llevar a escena 'Extinció' (su memorable y maratoniana, ¡7 horas!, carta de presentación en Catalunya en el 2002), 'Ritter, Dene, Voss' y 'El forn de calç', ahora le ha hincado el diente a una de las obras «más peculiares» del francotirador austríaco. Los disparos son esta vez contra los artistas que «pierden la independencia y se prostituyen en su camino artístico», sostiene el creador polaco, uno de los grandes referentes de la escena europea.

Estrenada hace apenas 10 días en Polonia, 'Tala (Holsfälle)' llega el próximo viernes y el sábado a El Canal en otra larguísima puesta en escena -cuatro horas- que el creador justifica: «No es mi intención hacer espectáculos tan largos, pero no me puedo imaginar alguna transformación humana en menos tiempo. La obra dura lo necesario para conseguir explicarla».

Escrita en 1984, 'Tala' explica un «gran escándalo» que sucedió en Viena en torno al círculo artístico del compositor y gurú Gerhard Lampersberg (Auersbergern en la ficción), al que el propio Bernhard perteneció hasta abandonarlo al considerar que habían perdido el camino del arte. Solo volvió a encontrarse con ellos tras el suicidio de una de las integrantes y amiga suya: la actriz y bailarina Joana Thul, cuyo nombre real era Elfriede Slukal.

En la obra, Thomas, un escritor (álter ego del autor) vuelve a Viena para reencontrarse 20 años después con un grupo de viejos amigos bohemios en una cena tras el suicidio y entierro de Joana. «Se da cuenta de que esas personas no son más que cadáveres artísticos, se conforman con ser sucedáneos y establecen relaciones políticas poco correctas», explica el director.

El implacable látigo de Bernhard vuelve a azuzar a la burguesía vienesa, sus máscaras, esnobismo y vanidad, centrándose en esta ocasión en esos artistas talados (de ahí el título de la obra), comprados por el Estado-sociedad. No es el caso de Lupa, asegura, que combate el 'establishment' llevando a escena esta «bomba de Bernhard para que explote». La novela estalló también en su día y logró una enorme publicidad cuando Lampersberg se reconoció en el personaje de Auserberger y demandó a Bernhard por difamación.

Presente y pasado

Cuenta Lupa que aquella cena artística «con un exceso de alcohol, resultó catastrófica. Todos, en su cabeza, se sentían culpables de la muerte de la mujer aunque no querían reconocerlo». Un elenco de 13 actores encabezado por Piotr Skiba interpreta la historia, que entrelaza presente y pasado. «El recuerdo de Joana, para la que Bernhard escribió algunas piezas cortas, entra en el presente», avanza Lupa, que ha concebido una escenografía con una gran cubo transparente giratorio con cuatro espacios.

El director polaco impartió el lunes la lección inaugural del curso académico del Institut del Teatre de Barcelona. Alentó al joven auditorio a «no tener miedo de imitar a otros». «Un joven artista no es capaz de inspirarse en sí mismo y debe buscar la inspiración en otros. Eso les provoca estados de depresión y pánico». Lupa también ha pasado por sus miedos, como cuando presentó en Barcelona Extinció. «Temía cómo la recibiría el público catalán. Eran siete horas y con un monólogo de 40 minutos al principio». Y ¡en polaco! «Fue un choque eufórico que reaccionaran con tanto entusiasmo».