RECITAL ESTELAR EN LA COSTA BRAVA

De la luna a Cap Roig

Tony Bennett y Lady Gaga presumieron de estrecha sintonía en un fogoso y dinámico viaje al cancionero americano La pareja combinó swing y baladas, y evocó a Cole Porter y Sinatra

La pareja 8Toni Bennet y Lady Gaga, en un momento de su actuación, anoche en el Festival de Cap Roig.

La pareja 8Toni Bennet y Lady Gaga, en un momento de su actuación, anoche en el Festival de Cap Roig.

JORDI BIANCIOTTO / CALELLA DE PALAFRUGELL

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Después del desvarío, de los vestidos de bistec y los desafíos pop-art, una parada técnica para disfrutar de un cancionero sin edad. Anything goes, el clásico de Cole Porter que abrió el recital de anoche en Cap Roig, título traducible por «todo vale», advierte que «hoy el mundo se ha vuelto loco / y lo bueno es malo / y lo negro es blanco / y el día es la noche». En 1938 ya estaban así. Y es como si la princesa de la excentricidad, Lady Gaga, bajara de la luna y buscara un equilibrio, un punto de referencia, quizá huyendo de sí misma y de su vertiginoso personaje, en este cancionero clásico, irónico y sentimental, de elegante swing y melódicamente irresistible, que lució de la mano de Tony Bennett.

Seis décadas les separan, pero su asociación demuestra que la sintonía es posible entre artistas nacidos antes y después del pop. Ella, 29 años, y él, rozando los 89 (los cumple el 3 de agosto), ambos italoamericanos, presumieron de una encantada sintonía de pareja, quizá, poniéndonos un poco sarcásticos, cercana al entendimiento que suele darse entre abuelos y nietos. Conveniente para ofrecer un recital de trepidante tempo, exigente para ambos, más aún para Bennett, en el que desfilaron por el pentagrama una treintena de canciones, tanto del disco Cheek to cheek como fuera de él. Una cita poco ordinaria: Cap Roig, con el presidente Artur Mas entre el público, fue el cierre de una gira europea de siete fechas, con paradas en festivales como los de Montecarlo y Montreux.

"EL MEJOR CANTANTE..."

Espectáculo dinámico, de poca palabrería, aunque fue el verbo de Frank Sinatra el que lo abrió, a través de una vieja grabación en la que anunciaba a Tony Bennett como «el mejor cantante del mundo». El swing tomó el escenario con una secuencia rumbo a Cheek to cheek y Sing you sinners, entre rápidas ráfagas de improvisaciones jazzísticas, bajando luego el ritmo con un sinuoso Nature boy en el que ella se lució, envuelta en un largo vestido de transparencias y tocada por un elevado peinado.

Bennett, crooner de impasible porte y voz conservada con un punto de aspereza que no le restaba encanto, apeló a la ironía cuando se refirió a su partenaire. «Hemos hecho un disco juntos, Cheek to cheek, porque ella necesitaba el dinero», bromeó antes de abordar Watch that happens The good life. Momento en que ambas voces se separaron y asumieron misiones en solitario, con una Lady Gaga consciente de estar dirigiéndose al público de un modo muy distinto al habitual. «Algunos de vosotros quizá os sentís un poco confundidos esta noche. Esta es para vosotros», apuntó antes de un Bewitched, de Rodgers y Hart, con smoking y ademanes cabareteros.

De un emotivo Smile a la radiante When you're smiling, a cargo de un Bennett que sí pasó algunos apuros para alcanzar las cumbres vocales de For once in my life, si bien esas fisuras daban a la interpretación un aura de veracidad. Stefani Joanne Angelina Germanotta fue alternando modelos, decantándose por la pluma rojiza en I can't give you anything but love y por un cursi modelo para entonar La vie en rose, de Édith Piaf. Bennett, que se sabe el principal superviviente de la era de los crooners, evocó al Sinatra más clásico, el de I've got the world on a string y la balada In the wee small hours. Lady Gaga, mujer fatal en Every time we say goodbye, otra cita a Porter, y rendimiento ante The lady is a tramp. Canciones poderosas, que significan algo incluso para una provocadora, supuestamente lunática estrella pop del siglo XXI.