Ludivine Sagnier: «Las mujeres ya no necesitamos a los hombres»

La actriz protagoniza la comedia romántica 'El amor está en el aire'

«Las mujeres ya no necesitamos a los hombres»_MEDIA_1

«Las mujeres ya no necesitamos a los hombres»_MEDIA_1

NANDO SALVÀ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tiene 35 años y lleva 26 poniéndose frente a la cámara, desde que acompañó a Gérard Depardieu en 'Cyrano de Bergerac'. Ha trabajado para cineastas como Claude Chabrol, Claude Miller y Christophe Honoré, pero fueron sobre todo sus tres colaboraciones con François Ozon lo que la convirtieron en la sucesora oficiosa de Brigitte Bardot. Acaba de estrenar en España la comedia romántica  'El amor está en el aire'.

-¿Qué le sedujo de Julie, su personaje en 'El amor está en el aire'?-Que no nos parecemos en nada, excepto en que ambas tenemos mucho genio. Ella es muy inmadura, teme a los hombres como si fueran un lobo feroz, y está llena de ideas preconcebidas sobre el amor. Para interpretarla me inspiré en los personajes femeninos de Friends y en Carrie Bradshaw, de Sexo en Nueva York. Todas ellas alardean de independencia pero sueñan con el príncipe azul y, superada la treintena, son incapaces de formar una familia. Son un reflejo de nuestra sociedad: cada vez cuesta más comprometerse, y las parejas se separan más rápido. Es difícil creer en el amor.

-¿Cree usted en él?-Sí, pero no soy una sentimental. Cuando un hombre me regala flores soy cautelosa, pienso que trata de pedir perdón por algo. Durante un tiempo fui madre soltera, de modo que aprendí a ser más pragmática que romántica. Las mujeres ya no necesitamos a los hombres para existir.

-¿Qué espera usted de un hombre en el amor?-Nada, así no me siento defraudada. Además, cuando exiges a tu pareja que te aporte esto o lo otro les estás privando de su libertad, y eso no es bueno.

-¿Es usted celosa, como Julie?-No. Es un sentimiento que descubrí de niña viendo Otelo, de Orson Welles. Entonces no entendí de qué iba, pero al crecer comprendí que Shakespeare tenía razón al describir los celos como un veneno terrible que nos contamina por completo. Es una neurosis destructiva.

-Usted nunca había hecho una comedia romántica. ¿Por qué ahora?-Acababa de vivir un período doloroso íntimamente, así que necesitaba algo de ligereza en mi vida. Pero rodar la película no fue ligero en absoluto: tanto el director como el coprotagonista eran primerizos, de modo que en el rodaje yo era la persona experimentada en la que todos se apoyaban.

-¿Qué causó esa época dolorosa?-Tras mi segundo embarazo sufrí un tiempo de grandes dudas y vacilación. Perdí confianza en mi capacidad para seguir con mi carrera. La maternidad es muy desestabilizadora, se necesita tiempo para acostumbrarse a ella. Además, en esa época murieron Claude Miller, Claude Chabrol y Alain Corneau, tres directores a quienes adoraba. Volver al trabajo me ayudó a sobreponerme, y me siento mejor que nunca.

-La experiencia es un grado, dicen.-En efecto. Ser actriz pasados los 30 es mucho mejor que serlo a los 20. Hace 10 años le pregunté a la gran Gena Rowlands por cómo creaba sus personajes. Me contestó: 'Querida, eso de crear el personaje es una chorrada. La vida te dará la inspiración necesaria'. Y cuánta razón tenía. A los 20 años no has vivido lo suficiente para ser buena actriz. Es necesario desarrollar ansiedades y certezas, hacerse mayor. Aunque, por otro lado, incuso entonces este trabajo es muy infantil.

-¿A qué se refiere?-Me gano la vida disfrazándome y pretendiendo ser otra. ¿No es ridículo? Y me encanta sentirme como una niña cuando estoy frente a la cámara, incluso cuando exploro emociones profundas. Mi lado infantil es una de mis mejores armas.

-De hecho usted empezó en el cine de niña. ¿Por qué se hizo actriz?-Mi único deseo era escapar de la música clásica. En mi familia, todo el mundo es músico. Tomé clases de piano y lo odiaba. Para escapar, pedí a mis padres que me dejaran apuntarme a un curso de interpretación. Y hasta ahora. Eso sí, tardé años en entender que iba a poder ganarme la vida con ello. Nunca confío en tener éxito en nada de lo que hago.

-Pero lo cierto es que gracias a 'La piscina' (2003) obtuvo un éxito enorme. ¿Cómo lo vivió?-Fue difícil. Me abrumó que se hablara tanto de mis desnudos. Llegué a Hollywood y sentía que todos me consideraban la bomba sexual de turno que quiere triunfar enseñando las tetas. Y lo cierto es que en esa época solo me ofrecieron papeles de tía buena idiota. En todo caso no lidié bien con ello, no fui capaz de entender que alimentar las fantasías del público forma parte del trabajo.

-¿Ha cerrado la puerta de Hollywood?-No, pero es un poco tarde, ¿no? Cuando tuve la oportunidad no me sentí preparada. Me asusté y cerré la puerta. Me di cuenta de que sentía una serie de deseos personales que no tenían nada que ver con el cine. Volví a Francia y formé una familia. A mi alrededor todos me decían: 'Estás cometiendo el mayor error de tu vida'.

-¿En algún momento creyó que tenían razón?-Solo durante un rato. De haberme quedado allí, quizá ahora sería una cocainómana histérica. No cambiaría nada de mi vida. Ser madre me hizo comprender lo importante que es disfrutar de cada minuto. He eliminado de mi vida todo aquello que es tóxico para mi felicidad.