CRÓNICA

Lúcida sátira de Berlusconi

'L'Editto Bulgaro' azota el poder y el servilismo con desatado humor en el Maldà

Xavi Francés, el Berlusconi de 'L'Editto Bulgaro'.

Xavi Francés, el Berlusconi de 'L'Editto Bulgaro'.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando los políticos hacen reír, los humoristas han de hacer política. He ahí una de las punzantes máximas lanzadas en L'Editto Bulgaro, brillante reflexión de La Calòrica sobre la censura y los límites del humor. El Maldà ha rescatado esta desatada sátira urdida por Joan Yago a partir de un episodio de censura en la Italia del todopoderoso Berlusconi. El humorista Daniele Luttazzi largó más de la cuenta en su late show Satyricon (corría el 2002) y, en dos días, a la puttana strada. No ha habido mayor bufón, en la política reciente, que Il Cavaliere. Así que Luttazzi hizo el trueque y tiró de la manta: desveló, en una entrevista con el escritor Marco Travaglio, sus conexiones con la mafia, entre otros desvaríos. El aludido le echó el bozal al sátiro (y a dos periodistas), vetado todavía hoy en la tele pública.

Israel Solà firma una ágil dirección que mezcla datos, entrevistas y monólogos reales de los protagonistas con hilarantes sketchesEmpieza la función con una irónica petición al público: «¡No se rían!». Al grupo Mediaset no le hace nada de gracia la obra y demandará a la compañía por difamación. Si no hay risas, no hay burla, y todos contentos. Por supuesto, la platea se parte. Los excesos del magnate y entonces primer ministro disparan la rabia (y nos recuerdan los de estos lares) y las risas. No hay mejor bisturí que la sátira para hacer sangre.

Risas y denuncia

Los incisivos cirujanos de La Calòrica se ponen las botas con citas lapidarias: «Odiar a los ladrones es una cosa noble» (Quintiliano); «La primera norma de la sátira es que no hay normas» (Dario Fo); «El 90% de los periodistas italianos trabajan para Berlusconi»; «Si no nos metemos en política nos acusarán de mafiosos» (Berlusconi).

El actor Xavi Francés borda desternillante a Il CavaliereRepanchingado en el sofá, con dos mafiosos a su vera, o extasiado entre una lluvia de tangas. También se sale como Margarita, una de las tres señoronas fieles al político que, cual Teresines, representan la voz del pueblo. Arnau Puig (Luttazzi), Marc Rius y Aitor Galisteo (de seductor cantante italiano) completan el impecable elenco. El trío de damas -con unas perlas los actores cambian de sexo en un pispás- juega las mejores bazas de hilaridad al retratar a un país servil más interesado en el recién nacido oso panda que en la escandalosa patada a Luttazzi. Comparten chistes de gitanos, negros, homosexuales... Pero ¡ojo con echar el radiador del coche sobre la cabeza de Lady Di!

Estrenada en el 2012, la obra va actualizándose con las últimas astracanas de Berlusconi. Al final, La Calòrica responde a la gran pregunta. ¿Por qué el pueblo italiano seguía votando al grotesco bufón? La clave, dicen, está en las tres fases del sexo anal. Del dolor y el rechazo, al orgasmo de la sumisión. Por fin lo hemos entendido.