ESTRENO DE UNA PROPUESTA GANADORA EN EL FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Lucha, libertad y apostasía

'El apóstata', de Federico Veiroj, se basa en la experiencia autobiográfica de Álvaro Ogalla

Director y actor 8Federico Veiroj y Álvaro Ogalla, en San Sebastián.

Director y actor 8Federico Veiroj y Álvaro Ogalla, en San Sebastián.

BEATRIZ MARTÍNEZ / MADRID

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Tras su paso por el Festival de San Sebastián, donde consiguió dos premios, el de la Crítica y una Mención Especial del Juradose estrena El apóstatauna de esas propuestas pequeñas, humildes en su forma pero grande en sus planteamientos, capaz de exponer con una claridad incisiva muchas de las cuestiones que nos preocupan en la actualidad, como la crisis espiritual, la desorientación vital, la asfixia del hombre contemporáneo frente al sistema y la lucha contra los valores preestablecidos.

El protagonista, Gonzalo Tamayo (un trasunto de Álvaro Ogalla, el no-intérprete que le da vida), es un treintañero que ha decidido apostatar, de desvincularse de una institución a la que ya no encuentra sentido seguir atado. Un acto que en realidad supone ejercer la libertad de elección frente a las normas sociales que parece que hay que acatar sin rechistar y que en el fondo tiene un poso simbólico mucho más amplio. «Queríamos construir una fábula en torno a un personaje contemporáneo que atravesara por las dificultades y bloqueos por los que más o menos todos hemos pasado. Que se convirtiera en un reflejo de lo que está pasando en el mundo», cuenta el propio Ogalla durante la presentación en Donosti de la película. Federico Veiroj, a su lado, matiza: «En realidad, el personaje puede verse reconocido en todas las épocas y países, no es nuevo ese sentimiento de sentirse incómodo y cuestionar la realidad que nos imponen».

La película se configura en torno a un registro realista en que nos sumergimos en el día a día de este personaje, de forma que accedemos a sus más profundas interioridades, a sus miedos e inseguridades, pero también a su afán por ser, de alguna manera, fiel a sí mismo. «La sociedad nos dicta el camino que tenemos que seguir», continúa Veiroj. «Y este personaje quiere hacer las cosas a su aire. Parece que está perdido, pero en realidad se está encontrando de muchas maneras diferentes».

Pero dentro de ese espacio tan concreto y representativo, también hay lugar para la fantasía, para las fugas oníricas que irremediablemente nos terminan conduciendo a Buñuel. «No es que tuviera a Buñuel en la cabeza, es que yo hago películas gracias a él, así que siempre está dentro de mí», confiesa Veiroj. También el poso de Fellini, de Saura y del ciclo espiritualista de Pérez Galdós, se convoca en la cinta.

En El apóstata«Todas están regidas por una jerarquía estática que no deja de tener incongruencias en la actualidad. Mi personaje quiere abrazar la ley desde la libertad, no desde la obligación o el vasallaje. Ese debería ser el fundamento de todo propósito ciudadano, la idea de bien, justicia e igualdad»», concluye Ogalla.

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