ENTREVISTA CON EL SOCIÓLOGO.

Luc Boltanski: «El objetivo de Europa a corto plazo es evitar la guerra»

Hijo de un médico judío originario de Crimea y de una burguesa católica y nacionalista, cuando tenía 2 años vio cómo su padre 'desaparecía' del domicilio y al año y medio comprobó que había estado escondido en casa. Boltanski dice que estudió sociología para superar la tensión familiar. Es hermano del artista Christian Boltanski y del lingüista Jean-Élie Boltanski. Estudió en la Sorbona a la sombra de Pierre Bourdieu, pope de la sociología de finales del siglo XX, pero en los años 80 partió peras con él y se orientó hacia la sociología económica. Es autor de obras de culto como 'De la crítica' y 'El nuevo espíritu del capitalismo', publicadas por Akal en castellano. El sociólogo francés advierte de que la economía de Occidente se orienta a la satisfacción de los caprichos de los muy ricos, teme el ascenso d

Luc Boltanski, en el CCCB, dondeel lunes dio una conferencia titulada 'Riqueza y crítica'.

Luc Boltanski, en el CCCB, dondeel lunes dio una conferencia titulada 'Riqueza y crítica'.

POR núria navarro

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Boltanski es un mandarín de la sociología francesa. Y desde su mirador de la École des Hautes Études en Sciences Sociales observa el surgimiento de una nueva economía en la Europa occidental. A saber, la conversión de las grandes ciudades -París, Londres, pero también Barcelona- en marcas que atraen al 1% de ricos del mundo. Llega la era de la explotación del pasado histórico y la cultura como gancho turístico. De tal modo que en las escuelas de negocios, ¡cielos!, estudian arte contemporáneo.

-¿Qué está pasando?

-Estamos ante la formación de una nueva esfera económica, que yo llamo la economía del enriquecimiento. Tras la desindustrialización, ¿de dónde saca el dinero la Europa occidental?

-Ni idea.

-En estos últimos 15 años ha crecido la oferta de bienes dirigidos a satisfacer las demandas de los muy ricos del globo. Demandas que no siguen la lógica de la necesidad sino la lógica de la colección.

-Explíquese, si es tan amable.

-Crece la industria del lujo -bolsos, antigüedades, joyas, coches, vinos- , la oferta de apartamentos en los barrios históricos, y la cultura y el arte financiados por la misma industria del lujo. Nuestros clientes, pues, son la gente que tiene el dinero para comprarlos. El nombre del territorio funciona como una marca.

-Las ciudades se vuelven parques temáticos para millonarios.

-París va en esa línea. Barcelona,  también. Ustedes ya han notado la expulsión de vecinos de los barrios de interés histórico, ¿verdad? ¿Hay ciudadanos que prefieren alquilar sus pisos a turistas antes que habitarlos?

-Sí. Pero también hay un debate sobre los atropellos en nombre del turismo.

-Adelante, pero esto irá a más y tendrá consecuencias sociales y políticas.

-Empecemos por las consecuencias laborales, que son urgentes.

-Cambiará la división del trabajo. Estarán los que tienen patrimonio inmobiliario o fabrican objetos de lujo, tipo François-Henri Pinault o Bernard Arnault, cuya importancia irá en alza. Luego habrá una burocracia del buen gusto, gente vinculada a la administración pública y a las fundaciones privadas que construirán el relato del valor de los objetos de arte y cultura. Por debajo, estará el precariado intelectual...

-¿Precariado intelectual?

-Uno de mis estudiantes, un excelente historiador del pensamiento anarquista, trabaja como vigilante de museo. A eso me refiero.

-Eso ocurre aquí también.

-Pues hace 30 años los sociólogos afirmaban que el precariado intelectual sería la punta de lanza de los futuros movimientos sociales. Pero eso no ha llegado.

-¿Y qué pasa con los miles de desempleados que esperan su oportunidad?

-Mientras la sociedad industrial empleó a un proletariado muy vasto, en la nueva economía eso ya no será así. La precariedad aumentará. En Francia una parte de parados se han convertido en lo que cínicamente llaman agentes de superficie: limpiadores, transportistas... Eso no integra al proletario en el sentido clásico del término. También habrá efectos económicos inducidos por la construcción y la restauración del patrimonio.

-¿Más agitación social, entonces?

-El problema es que no se sabrá bien dónde estarán los centros de decisión. En las huelgas del siglo XX todo se paralizaba y el Estado reaccionaba, pero si se paraliza la fabricación de un perfume de lujo hay menos razones para que el poder político intervenga. Además, ¿quién va a levantar la voz contra una economía centrada en la cultura y la tradición?

-Es evidente que los pobres no encajarán en esa postal para ricos.

 

-Ideológicamente, el nuevo poder pondrá el acento en la integridad de la nación, se reconocerá en políticas de derecha o extrema derecha, se mostrará hostil con los inmigrantes pobres y depurará todo aquello que no coincida con la representación arquetípica del territorio. Al ser una economía que se construye sobre el pasado, vigilará todo aquello que amenace el pasado. Y habrá que garantizar la seguridad de los ricos compradores. ¿Vislumbra usted las consecuencias políticas?

-Preferiría no hacerlo.

 

-Para empezar la izquierda no se pondrá de acuerdo, porque unos estarán ligados a la producción -emprendedores, mircroempresarios- y otros estarán vinculados a la economía del enriquecimiento con una fuerte preocupación medioambiental. Mientras no converjan -y las condiciones no se dan-, irá ganando terreno la extrema derecha que se pretende opuesta al capitalismo y por el pueblo.

-Menudo panorama.

-Me inquieta ese ascenso de la extrema derecha en Francia -en las europeas, el 43% de los obreros han votado al Frente Nacional-, pero también en Holanda y Hungría. Se cierne una amenaza real sobre Europa.

-¿Cómo de grande?

-Lo suficiente para tratar de encontrar una síntesis entre el liberalismo y el comunismo. Es decir, reflexionar sobre cómo seguir con la autonomía individual contra la creciente tendencia de retorno a la tradición, pero con un proyecto más igualitario.

-¿Es eso posible?

-En sentido clásico, se llama anarquismo. En la tradición intelectual europea posterior a la revolución francesa, el anarquismo no se ha puesto en práctica porque sus promotores fueron asesinados muy rápido. Es demasiado utópico, ciertamente, pero muchos de los problemas planteados por esta corriente permanecen abiertos y merecen ser trabajados.

-¿Ahí está usted situado?

-Los sociólogos nos limitamos a esbozar análisis sobre la situación para evitar sueños absurdos, como que mañana se despertará una nueva clase obrera que relanzará la izquierda.

-¿No le da crédito a Podemos?

-Le contestaré con un ejemplo: en el 2008 apareció en Francia el Nouveau Parti Anticapitaliste [Nuevo Partido Anticapitalista] con el propósito de empujar al partido socialista hacia la izquierda. Se reclamó marxista, no elaboró un programa solvente y, pese a reivindicarse como el partido de la clase obrera, en él vi muy pocos obreros.

-¿Tampoco la Syriza de Alexis Tsipras lo esperanza?

-Me esperanzó hasta que vi que pactaban con la derecha nacionalista. No tengo ni idea de cómo acabará el pulso con las instituciones europeas. Pero si lo pierde, será un verdadero drama.

 

-¿Cómo explica que el sur europeo vire a la izquierda y el norte, a la ultraderecha? 

-No me gusta la topografía de la ética protestante, pero siento que hay algo de eso.

-Dios ha muerto, la sociedad del  bienestar ha muerto... ¿Qué nos queda?

-El objetivo a corto plazo de Europa es evitar la guerra. Hay que procurar que los griegos no tiren bombas a los alemanes. Hay que superar los antagonismos nacionales entre países. Bosnia nos enseñó que hay cosas horribles que se pueden dar en Europa.

-Mejor dé un consejo práctico.

-Hay que evitar los nacionalismos.

-Su desconfianza es total.

 

-Me produce rechazo, quizá a causa de mi historia familiar. Mi abuelo paterno era judío, de Crimea, y mi madre procedía de la burguesía católica y nacionalista. Parte de ellos se volvieron vichistas y otra parte, gaullistas resistentes. Si se repasa la historia de Europa de los últimos 150 años vemos que el nacionalismo ha causado grandes estragos. Personalmente, preferiría la Europa de regiones. Pero eso es porque soy un bo-bo.

 

-Un burgués bohemio.

-Sí, y es una declaración valiente, porque nadie asume serlo.

-Ya sabe que parte de Catalunya está por emanciparse.

-Perfectamente. Y respeto ese sentimiento de opresión por un estado gracias a Francesc Tosquelles, un psiquiatra barcelonés, del POUM, que montó una ambulancia psiquiátrica durante la guerra civil y atendía a unos y a otros. «Todos están locos», decía él. Fue uno de los inventores de la antipsiquiatría. Muy inspirador para del mayo del 68. Pero no comulgo con su sentimiento.

-Entonces, ¿cuál es su patria, señor Boltanski?

-El amor.

-¿Le ha ido bien en ese aspecto?

-Mejor que con el dinero, créame.