Los misterios del éxito

Pawel Pawlikowski logra que 'Ida' guste a todo el mundo pese a abordar asuntos complejos como el postcomunismo y el Holocausto

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NANDO SALVÀ

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Lo que le ha pasado a Pawel Pawlikowski con su cuarto largometraje es una anomalía. Porque las películas rodadas en blanco y negro y en polaco y sin actores conocidos, y consistentes en escenarios desolados y hieráticas conversaciones, no suelen disfrutar de la exitosa trayectoria que ayer culminó Ida casi 15 milllones de dólares recaudados en todo el mundo -costó menos de dos millones- y un sinfín de premios internacionales que incluyen el EFA a la mejor película europea y, ahora, también el Oscar.

Lo más sorprendente es que Ida gusta a todo el que la ve, literalmenteIda. Y eso a pesar de que toca un asunto tan árido como la conflictiva relación de la sociedad polaca con el legado del comunismo y la culpa colectiva ante el Holocausto -Pawlikowski tiene sangre judía: su abuelo murió en un campo nazi-, y que lo hace sin recurrir a trucos melodramáticos ni reconfortantes lecciones morales. Todo lo contrario, se apoya en una colección de imágenes de bellísima sobriedad para mantener una pudorosa distancia que, por otra parte, es lógica considerando su historial.

Ida es la primera película que rueda en Polonia. IdaNacido en Varsovia en 1957, a los 14 años se mudó a Inglaterra, donde hizo carrera primero en el campo del documental y luego, muy gradualmente, en el de la ficción. Su ópera prima, Last Resort (2000), acompañó a una mujer rusa que buscaba asilo en Gran Bretaña; en My summer of love (2004) retrató el encuentro entre dos mujeres de clases sociales opuestas, y en La mujer del quinto (2011) contó la historia de un escritor inestable (Ethan Hawke) obsesionado por una enigmática vecina (Kristin Scott-Thomas). Fue el fracaso de esta última lo que le abocó a una suerte de crisis creativa. Dice que se aburrió de las películas, de sus convenciones narrativas, sus trucos de montaje, sus músicas dramáticas, su ruido de fondo. Ida es el resultado de todo eso. Seguro que le ha devuelto la fe en el cine.