INAUGURACIÓN
Los grandes pintores catalanes abren embajada en Madrid
En 1916, Renoir pintóFemme et jeune fille dans un paysage; pocos años antes, en 1912, Sorolla realizó el óleoDesnudo en el diván amarillo, y en 1957 del pincel de Dalí salió la telaPirámides de Gizeh. Pese a que las tres piezas eran conocidas por historiadores y coleccionistas, nadie sabía su paradero. Con la apertura, el miércoles pasado, de la Casa-Museo Fuente del Rey, en Aravaca (Madrid), el misterio ha quedado resuelto: las telas forman parte del fondo del nuevo centro de arte, junto con otras 254, y fueron adquiridas en algún momento por el empresario catalán Francisco Daurella, cuya colección ha dado pie al museo a través de la Fundación Arte Moderno y Contemporáneo (AYMC).
VOLUNTAD DIVULGATIVA / Aunque el centro incluya en su discurso algunos pintores de fuera de Catalunya, «se centra en el arte catalán, desde mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX -explica el director de la fundación Eduard Duran-. Y gira alrededor de la luz del Mediterráneo, imprescindible para entender a Miró, Picasso, Dalí y Tàpies». De aquí, que junto a Fortuny, Mir, Meifrén, Anglada Camarasa, Sunyer, Togores, Urgell, Canals y Causachs, por citar algunos, se exhiba a Renoir, Sorolla y un anónimo lienzo de una vista de Florencia. Porque todos hablan de la luz mediterránea. También lo hacen las joyas del museo:Gitana vieja (1901), el retrato que Nonell hizo de la madre de su modelo gitana; dos de las cinco piezas de Casas:Descanso de los ciclistas (1896) yMirando al exterior (1890), yEl barberillo de Puigcerdà (1890), de Rusiñol. Las obras más nuevas como las de Tàpies y Guinovart están «porque hacen de puente con el arte contemporáneo», apunta Duran.
Y es que si en Madrid se halla la parte más moderna -noucentisme, modernismo, impresionismo, posimpresionismo y vanguardias- de la colección de Francisco Daurella, en Barcelona, en la Fundació Fran Daurel del Poble Espanyol, se expone desde hace más de una década la parte más contemporánea de sus fondos. Y a la pregunta de por qué no juntar toda la colección Daurella en el museo de la capital catalana, Duran responde que en la iniciativa de llevar las piezas a Madrid hay la voluntad «de divulgar la cultura ». Según explica, «en Madrid no existía una gran colección de pintura catalana y la Casa-Museo llena este gran vacío que había en la capital». Es por eso que una de las prioridades del centro son las visitas escolares y didácticas, ya previstas. Y una de sus peculiaridades es la distribución de las piezas.
TOTALMENTE GRATUITO / Las obras se exponen de forma gratuita para el público «como lo haría un coleccionista en su casa», sin seguir ningún criterios propio de un museo, cosa que a juicio de Durán es uno de sus «atractivos». Así, el edificio
-una antigua residencia de la familia Daurella que ahora forma parte de la fundación-, mantiene la estructura de vivienda, con salones, comedor, biblioteca y sala de lectura, y las piezas se distribuyen según estos espacios. Pese al aire de hogar que mantiene, ha sido totalmente reformado para que las obras no sufran el exceso o defecto de luz ni los cambios bruscos de temperatura.
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