CRÍTICA TEATRAL

Lorca galopa en la Biblioteca

'Bodas de sangre', de Oriol Broggi, deslumbra con una apabullante austeridad

Nora Navas, en el papel de madre, y Pau Roca, en un momento de la obra.

Nora Navas, en el papel de madre, y Pau Roca, en un momento de la obra. / periodico

JOSÉ CARLOS SORRIBES

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Oriol Broggi cose a mano sus montajes teatrales, emulando a los maestros artesanos. Nunca ha ocultado en ese sentido su admiración por Peter Brook, referencia siempre presente en su trayectoria. Vuelve a seguir su pauta en la adaptación de 'Bodas de sangre', en el que es su primer 'lorca' aunque no lo parezca por la facilidad y mimo con que se transmite la esencia y poética del autor. Tan grande ha sido su éxito que ya es uno de los fenómenos de la temporada; quizá ya lo era incluso antes de su estreno. La Perla, en consecuencia, ha tenido que rebuscar nuevas fechas en el calendario para saciar la demanda. Estas alegrías siempre son bienvenidas en el teatro.

'Bodas de sangre' juega con todo a favor para ese triunfo. La  palabra de Lorca, antes que nada, aunque no sería suficiente sin esa dirección artesanal y muy medida ya referida, un reparto encabezado por dos actrices superlativas (Clara Segura y Nora Navas) y un músico (Joan Garriga) en quien Broggi tiene un filón. Y, por si fuera poco, por la arena de la Biblioteca trota, poderoso, 'Juguetón', un corcel negro de planta imponente a quien monta Montse Vellvehí, tan buena actriz como amazona. El caballo, símbolo recurrente en la obra, representa el vigor, la libertad, y la pasión exuberante que echa leña al progresivo fuego trágico.

 Broggi se enfrenta a Lorca con toda la solemnidad que requiere esta tragedia de mujeres en la que solo al personaje masculino que la desencadena pone nombre: Leonardo (Ivan Benet). El director mantiene la tendencia, en la que ya es un consumado maestro, de montar un reparto multiusos. Seis intérpretes despachan la quincena de personajes, y solo en el inicio provoca cierta sorpresa que Navas y Segura, que siempre será la novia, compartan el rol de la madre del novio, en manos de la primera el resto de la obra.

EL CABALLO 'JUGUETÓN’

Esos personajes entran y salen en un espacio escénico casi desnudo, rectangular –como un picadero para caballos– que ocupa toda la Biblioteca. Es un requisito obligado si por ahí ha de galopar 'Juguetón', que impacta en cada una de sus apariciones. La arena del suelo, sello de identidad de La Perla, está justificada como nunca.

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En ese espacio desnudo Broggi ha querido, con una apabullante austeridad, que la palabra y el verso de Lorca resuenen como nunca en una tragedia seca y polvorienta. Y así ocurre porque su elenco se pone en faena sin fisuras. Inevitable destacar a quienes llevan el peso de la función: Segura y Navas. ¡Qué lujo! Nada sorprendente en la primera y algo más, en la segunda, menos asidua en los escenarios. En los cara a cara o cuando encarnan a la Muerte (Navas) y La Luna (Segura), en el cierre, dejan al espectador con la piel de gallina con su verdad y hondura. Benet, desdoblado como el padre de la novia, Pau Roca (el novio) y la joven Anna Castells, sacan asimismo una gran nota.

La máxima también se la lleva la música en directo de Garriga, socio de Broggi en 'L’orfe del clan dels Zhao'. Con el apoyo de Marià Roch y Marc Serra, se mueve por varios palos, del 'spaghetti western' a la rumba, para acabar con unas gotas de 'La leyenda del tiempo', de Camarón. Bravo. Es tan bueno Garriga que Broggi le da toda la cuerda posible y en algún instante de cima trágica igual la música rebaja un tanto el clímax. Pero bienvenida sea a estas bodas de ensueño.