DRAMA

Locke Un hombre en un automóvil

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En el 2005, Quentin Tarantino fue invitado por el productor de CSI Las Vegas para realizar uno de los episodios (doble) más inusuales de la famosa serie, la claustrofóbica historia de uno de los CSI encerrado en vida durante horas en un ataúd. Cinco años después, Rodrigo Cortés hizo lo mismo con el protagonista de Buried, apresado en un ataúd bajo tierra durante todo el metraje. El excelente Tom Hardy, en Locke, se encuentra encerrado en un espacio menos angustiante pero igual de inquietante, un automóvil. La tensión se focaliza en el actor y la relación que este establece con este reducido espacio, estático por dentro pero en permanente movimiento por fuera, como ocurría en todo un clásico del wéstern, La diligencia.

Locke se suma así a la ya importante lista de películas centradas en un individuo aislado o perdido en un escenario reducido a la mínima esencia, sea una pequeña embarcación en alta mar en Cuando todo está perdido, el cañón de una montaña en 127 horas o, incluso, el inmenso espacio exterior en Gravity. Es otra metáfora sobre la soledad y angustia, existencial o no, social y económica, de nuestro tiempo: escenas que se suceden una tras otra para mostrar la deriva casi metafísica de un personaje que, más allá de la trama argumental en la que se ve envuelto, viene a significar y sintetizar el estupor de los tiempos modernos.  Q. C.

Steven Knight