UN GUITARRISTA IMPRESCINDIBLE

Llanto

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NÚRIA MARTORELL
BARCELONA

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Lágrimas por el genio de las seis cuerdas, el abanderado de la revolución y la difusión de un flamenco tan abierto de miras como hambriento de perfección. El guitarrista Paco de Lucía (Algeciras, 1947) falleció ayer en Cancún (México) de un infarto, a los 66 años. Francisco Sánchez Gómez (su nombre real) se encontraba en la playa jugando con sus hijos cuando empezó a encontrarse mal y fue trasladado a un centro sanitario. Nada pudo hacerse por su vida.

La familia de Paco de Lucía envió ayer este emotivo comunicado: «El dolor ya tiene fecha para nuestra familia. Se nos fue el padre, el hermano, el tío, el amigo, y se nos fue el genio. No hay consuelo para los que le queremos y le conocemos, pero sabemos que para los que le quieren sin conocerle tampoco. Por eso, queremos compartir con ustedes un abrazo y una lágrima pero también nuestra convicción de que Paco vivió como quiso y murió jugando con sus hijos al lado del mar. La vida nos lo prestó unos maravillosos años en los que llenó este mundo de belleza y ahora se lo lleva. Gracias por tanto... Y buen viaje amado nuestro».

Las reacciones de dolor fueron constantes. El guitarrista gaditano Manolo Sanlúcar quiso destacar «en vez de lo que se va con él, lo que deja: un legado de extraordinaria riqueza. Si la guitarra ha progresado ha sido por cómo él se responsabilizó de que así fuera». Otro grande del toque, Vicente Amigo, declaró que la noticia de su muerte le había dejado «roto y vacío», por lo que se «agarra» al recuerdo de «los bonitos momentos compartidos».

Todos los tocaores que vinieron tras él se sienten en deuda con el maestro que cambiaba la concepción del toque cada vez que sacaba un disco. Cuando sus discípulos asimilaban sus enseñanzas, le daba una nueva vuelta de tuerca a su creatividad. Dialogó con la música brasileña; la clásica de Falla, Rodrigo y Albéniz; el jazz de Pedro Iturralde, Chick Corea y Larry Coryell. Y, sobre todo, con John McLaughlin y Al Di Meola. Del genial disco que De Lucía grabó junto a estos dos 'cracks', 'Friday night in San Francisco' (1981), se vendieron más de un millón de copias. «Con McLaughlin llegué a creerme Dios; fue quien me reveló que con la técnica de las escalas podía abordar más acordes», admitió el tocaor en varias ocasiones. Di Meola, por su parte, quiso expresar ayer su admiración y pena: «Mi querido amigo se ha ido. Queda su increíble legado. Le voy a extrañar terriblemente».

EL PAPA DEL FLAMENCO / Según Lluís Cabrera, el fundador del Taller de Músics, «lloran a un ser único, no solo como artista sino como persona. Paco era el Papa del flamenco. Y como decía otro inventor, Enrique Morente, era 'la gran luz que alumbraba la guitarra flamenca».

Toda la variedad de matices de la que es capaz la música se hallaba en sus ágiles dedos. Y en su mente. «Siempre busco algo nuevo que decir, la sorpresa, huir de los lugares comunes», aseguró a este diario cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias en el 2004. Uno de los muchos reconocimientos que tuvo, además del Nacional de Guitarra de Arte Flamenco, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, así como el nombramiento de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz y el Berklee College of Music.

De Lucía nunca se daba por satisfecho. «Cuando el estímulo para tocar es el hambre, es más fácil. Pero cuando es ser el mejor, te vuelves insaciable. Y más si eres tan exigente como yo», explicó desde su paradisíaco retiro en Yucatán. El guitarrista contó una anécdota que certificaba su «enfermizo» afán perfeccionista: «Una vez escuché en el coche una alegría y pensé 'qué bien toca este tío', pero cuando me reconocí, empecé a verle todos los defectos».

Su pieza más celebrada fue la mítica 'Entre dos aguas'. «Ponían esta rumba en las discotecas. Fue demasiado para lo que tenía previsto que iba a ser mi vida». En la biografía de De Lucía, firmada por José Manuel Gamboa y Faustino Nuñez, se rescata un episodio tan impactante como olvidado del artista. Corría el año 76. En televisión, Jesús Quintero le preguntó qué mano es más importante para tocar. «Paco contestó: la izquierda es la que busca, la inteligente, y la derecha, la que ejecuta». Sus palabras se interpretaron en clave política. A los pocos días, en la Gran Vía madrileña, «un grupo de ultraderecha le pisoteó los dedos». No se los destrozaron porque unos desconocidos pararon la agresión.

EL MAESTRO DE 'TÓ' /Hasta entonces, todos los ataques que recibía venían de flamencólogos, que se escandalizaban con sus osadías. Desde cambiar la posición de la guitarra, cruzando la pierna, hasta introducir el cajón peruano. Puristas que también arremetieron contra Camarón, con quien grabó diez grandes discos.

Diego el Cigala se declaró ayer «destrozado». «Deja mudo al flamenco». Y en la misma línea se expresó Duquende, su acompañante en sus últimas giras: «Se acabó la guitarra. Se ha ido el maestro de 'tó'».