La noche de todos los tiempos

EL LIBRO DE LA SEMANA William Ospina llega a una cúspide extraordinaria con una anécdota conocida

William Ospina, en Barcelona.

William Ospina, en Barcelona.

RICARDO BAIXERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La noche que duró tres días: del 16 al 19 de junio de 1816. Un encuentro entre Lord Byron, Percy Shelley, Mary Wollstonecraft ShelleyJohn William Polidori y Claire Clairmont que se convirtió en pura leyenda. El paisaje de un mar en ruinas como si de un cuadro de Friedrich se tratara. La literatura como forma de vida y la vida convertida en un cuento de terror. Una villa imponente que acoge la soledad omnívora de los que serán protagonistas de una de las historias más conocidas de la literatura de todos los tiempos: «Ninguno de los huéspedes de Villa Diodati podía ser invulnerable al embrujo, y si el mito sigue vivo es porque todos sucumbieron al clima espiritual que reinaba en la casa o que era la casa: a la fuerza que puso una llama espectral sobre la cabeza de cada uno».

Con estos mimbres William Ospina ha construido un texto que aspira a saber «cuáles fueron las circunstancias del encuentro entre los dos poetas, en Ginebra, en el falso verano de 1816, y cómo en esos tres días oscuros como una sola noche nacieron algunas de las pesadillas más recordadas de los tiempos modernos». El año del verano que nunca llegó narra cómo se concibieron El vampiro de Polidori y el Frankenstein de Mary Shelley. El monstruo «no es una criatura plena sino un ensamblaje deforme de piezas contrahechas».

En ocasiones, el texto de Ospina se lee como una novela o como un ensayo literario o como un libro de historia o como una biografía o como un libro de viaje. Como el propio Frankenstein («Así llegamos a la paradoja central de que haya sido engendrado por una mujer el hombre triste que no nació de mujer, el homúnculo hecho no solo de carne mortal sino de carne muerta, el ser en quien no alienta un alma sobrenatural sino una descarga eléctrica, el hijo melancólico de esta edad que ya no tiene dioses sino apenas fuentes de energía»), El año del verano que nunca llegó es también un cuerpo ensamblado con todo tipo de piezas, personajes e historias. El libro trata de explicar qué cantidad de mito contiene la realidad y qué cantidad de realidad contiene el mito: «Pensé que mientras Goethe interrogaba el iris de la historia y Schiller convocaba a la insurrección, que mientras Byron luchaba con sus demonios y Shelley sucumbía a la fatalidad y a la música, Hölderlin perseguía en vano a las sibilas para hacer la pregunta más profunda de los tiempos modernos: ¿cómo se forman en los pueblos los mitos?»

EXPLICAR LO CONOCIDO

Ospina consigue imaginar la tradición histórica para entregarnos un libro que nada tiene de original. La anécdota es conocida y ahí estriba su mérito. Con una prosa transparente, casi inaudible, Ospina logra hacer invisible el texto con el objetivo de focalizar los ojos y la mente del lector en la historia, alcanzando la meta de una cúspide extraordinaria y consiguiendo, de este modo, lo que quería Henry James, a saber, «que el ser que no pertenece del todo a la historia es el único que pertenece de verdad a la novela, y que solo en la gente sin historia está la clave de la historia».

En manos de Ospina la anécdota se ha elevado a Historia en mayúsculas, hija legítima de una narración poliédrica que completa el puzzle de la vida de unos personajes reveladores y creadores del movimiento literario que convulsionó a la tranquila y satisfecha sociedad burguesa del siglo XIX: el Romanticismo.

FICHA: EL AÑO DEL VERANO QUE NUNCA LLEGÓ. William Ospina.Random House. 304 págs. 12 €