Javier Marías: verdades veladas

EL LIBRO DE LA SEMANA Javier Marías ha escrito una de sus mejores novelas

Javier Marías, en el hotel Formentor, en agosto del 2013.

Javier Marías, en el hotel Formentor, en agosto del 2013.

DOMINGO RÓDENAS DE MOYA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Qué es la verdad?, se preguntaba en el siglo XVII Francis Bacon al comienzo de sus Ensayos. Ni la pregunta ni la alusión al filósofo son aquí gratuitos, porque, en su nueva novela, Javier Marías vuelve a encarar el problema -colectivo y privado- de acceder a la verdad y las consecuencias que ese acceso comporta. Dicho así parece un asunto tan manido como irresoluble, un tema antiguo y noble que renueva cada generación, cada individuo. Sin embargo, a Marías no le importa aquí si existe o no algo parecido a la verdad -da por descontado que está ahí, él no es un relativista posmoderno-, sino cómo se silencia o disimula, cómo se encubre o tergiversa, cómo se desvía o entierra, cómo se gestiona para que sea rentable, para impedir que desencadene acontecimientos o para provocarlos. En Así empieza lo malo, las verdades escondidas, los secretos y misterios se multiplican en todos los niveles de su estructura y van desde las biografías maquilladas de ciertos canallescos beneficiarios de la dictadura franquista hasta los pecados menores por omisión o acción cuyo desvelamiento puede fracturar cualquier vida.

Bacon no aparece en la novela, pero ha sido uno de los candidatos a la autoría de la obra de Shakespeare -en la ociosa querella que disputa a Shakespeare la paternidad de sus obras-, como el conde de Oxford, Edward de Vere, del que procede el apellido del narrador (Juan de Vere) y sobre el que este entabla una conversación con el profesor Rico, inevitable cameo caricaturesco en las novelas de Marías que aquí crece en relieve y elaboración sin ceder nada de su vis cómica. Quienes sí se mencionan son el escritor Juan Benet y el cineasta Jesús/Jess Franco, amigo y mentor de Marías el primero y tío suyo el segundo, que aquí se combinan, como dos imágenes superpuestas, en la figura del director de cine Eduardo Muriel. Él es el protagonista y el portador de un enigma, el del maltrato y desprecio con que atormenta a su atractiva esposa Beatriz Noguera. Estamos en 1980 (con la movida al fondo) y el «joven De Vere» -tiene 23 años y el epíteto evoca el «joven Marías» del círculo benetiano- trabaja como secretario y desempeña la función de observador y espía tan propia del mundo narrativo de Marías, aunque ahora la tarea de interpretar y reflexionar sobre lo sucedido está aplazada al narrador maduro, el hombre que recuerda más de 30 años después la historia de Muriel y su mujer y quienes estuvieron muy cerca, él incluido.

Como Marías es un escritor que conoce y usufructúa muy bien los mecanismos de la narrativa popular, aquí maneja con suma pericia los paralelismos argumentales, la dosificación de la intriga, las elipsis y anticipaciones, las dilaciones y recurrencias, para armar una trama admirablemente sólida y eficaz, de ensamblaje perfecto. Los recursos de la novela (y el cine) de género están supeditados a una composición superior, al logro de una novela con una profunda carga turbadora que remueve y desasosiega la conciencia del lector, que lo incomoda y lo fascina como solo la gran literatura puede hacerlo.

 Estamos ante una fábula moral (esto es, sobre lo mejor y lo peor de la conducta humana), que de forma casi incesante bombardea al lector con preguntas implícitas nada apaciguadoras y que, a la vez, va desenvolviéndose en una escritura sinuosa, oscilante entre la meditación y el relato. Y aunque el epicentro se sitúe en el matrimonio y la sexualidad, no es este el corazón del libro; es simplemente el escenario en el que tiene lugar la representación del oscuro drama de las verdades veladas. Marías ha escrito una de sus mejores novelas y eso es mucho decir.

ASÍ EMPIEZA LO MALO Javier Marías Alfaguara. 554 p. 21,50 €