El rastro borroso de Camus

Javier Reverte viaja a Argel y Orán en busca del recuerdo del Nobel francés en 'El hombre de las dos patrias'

Javier Reverte

Javier Reverte / periodico

XAVIER MORET

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Javier Reverte (Madrid, 1944), uno de los grandes de la literatura de viajes en España, vuelve con 'El hombre de las dos patrias' (Ediciones B), un libro en el que viaja a Argelia para encontrar las huellas del escritor francés Albert Camus y trazar un retrato del actual momento de un país que en los últimos años es ignorado por el turismo.

“Elegí Argelia porque Camus me atrae como escritor, siempre me ha atraído”, me cuenta. “Otros autores pueden atraerte por su temática, su técnica, su actualidad…. Pero unos pocos te tiran un dardo al alma. Camus es de esos. Es un referente ético que tiene una poderosa voz propia y que sigue estando de actualidad tantos años después de su muerte. Supo mojarse en su momento y no tuvo miedo de ser políticamente incorrecto”.

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En vez de volar, Reverte prefirió la aproximación lenta a Argelia. Subió a un barco en Alicante que sale dos veces por semana y desembarcó doce horas después en el puerto de Orán. “En el barco caben unas trescientas personas y van unas quinientas”, recuerda. “En aquel muelle de Alicante ya empiezas a sentir que estás en África”.

Una vez en Orán, Reverte comprobó que el rastro de Camus, nacido en la Argelia francesa en 1913 y fallecido en accidente de automóvil en Francia en 1960, es borroso. “Quedan las casas donde vivió, en Argel y en Orán, pero no te dejan entrar. Su recuerdo es ambiguo”, apunta. “En sus novelas se refiere a los argelinos como 'los árabes', cosa que les duele. En el instituto donde estudió ni siquiera hay una placa que lo recuerde, a pesar del Premio Nobel de Literatura de 1957. 'No es uno de los nuestros', te dicen”.

En 'El hombre de las dos patrias', Reverte visita la playa donde se sitúa la acción nuclear de 'El extranjero', hoy muy cambiada, y descubre un rastro español en Orán, donde hay una plaza de toros en la que juegan al fútbol y un cementerio español que cuenta con okupas. “Hubo dos emigraciones de españoles masivas a Orán”, señala, “una al final de la guerra civil y otra en la posguerra, en los años del hambre. Allí se quiere bastante a los españoles y aún hay calles con nombres españoles”.

En su viaje a Argel, Reverte no renuncia a visitar la Casbah, un barrio de calles estrechas y muchas escaleras en el que se centraba la película de 1966 'La Batalla de Argel', de Gillo Pontecorvo. “Sigue siendo un lugar peligroso”, apunta, “pero quería ir allí, aunque me lo desaconsejaron. Desde la década negra, protagonizada por el terrorismo de fanáticos islámicos, aún no se han recuperado del turismo, hasta el punto que no hay tiendas de souvenirs en Argel. Decidí ir a la Casbah no por valiente, sino para ver el escenario de la guerra de la independencia y de la década sangrienta. Fui con la cámara y la gente se sorprendía al verme, pero me sonreía”.

LITERATURA Y PERIODISMO

“No tengo ninguna duda de que cierto periodismo, sobre todo el de reportajes, es literatura”, subraya ante el hecho de publicar la novela en la Colección Papel de Ediciones B. “¿Cómo no va a ser literatura si los reportajes hablan de la vida?”.

Respecto al anterior libro de viajes que publicó, 'Un verano chino' (Plaza & Janés), considera Reverte que tiene “otro enfoque”. “Lo que hice en aquel libro”, puntualiza, “es pasear la mirada de un escritor extranjero por un país que ha renunciado a su pasado. El país no me gustó por muchas cosas, pero en especial porque han matado el pasado y rinden un culto impúdico al dinero. El relato contiene además una historia de amor que me sorprendió, entre mi acompañante en el viaje y nuestra guía china”.

EL CONFLICTO DE LA JUBILACIÓN

Los problemas que Javier Reverte tiene actualmente con el Ministerio de Empleo, que le ha retirado la pensión desde el 1 de enero y le reclama 120.000 euros, ya que sigue creando después de jubilarse, hacen que se replantee algunos viajes que tenía en mente. “Pensaba viajar a Sicilia y al Oeste de Estados Unidos, pero yo soy de los que se pagan los viajes y, por lo tanto, ahora no tengo claro que pueda permitírmelo”, dice. “Es evidente que este Gobierno está peleado con la cultura y perjudica a los escritores. No estaría mal que nuestro presidente, en vez de estar tan pendiente del 'Marca', leyera algún texto literario. Podría empezar por 'El Lazarillo de Tormes', por ejemplo, que no es muy larga”.