CÓCTEL EXPLOSIVO

El 'voyeur' Hitchcock y los once dedos de Marilyn

La ilustradora María Herreros reúne en un libro las rarezas, locuras, mitos y verdades favoritas de actores y cineastas de Hollywood como Tim Burton, Cary Grant, Tarantino o David Lynch

Ilustración de Maria Herreros sobre el fetiche de Tarantino con los pies femeninos para su libro 'Marilyn tenía once dedos en los pies'.

Ilustración de Maria Herreros sobre el fetiche de Tarantino con los pies femeninos para su libro 'Marilyn tenía once dedos en los pies'. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Hitchcock puso carnaza en la ropa de Tippi Hedren para que los pájaros la picotearan de verdad y sometió a su primera musa rubia, Grace Kelly, a quien llamaría “Princesa desgracia”, a un ‘casting especial’: debía dejarse observar por el cineasta con un telescopio desde el edificio de entrente mientras ella estaba “en la intimidad” con otro hombre (¿Recuerdan ‘La ventana indiscreta'?). Charles Chaplin sentía fobia a la leche caliente, los gorros de borla, a ser asesinado y a los guantes de látex y los condones (“fue dejando hijos por el camino” tras ir de adolescente en adolescente). A Woody Allen, que cada mañana desayuna una banana cortada en “siete trozos”, “le dan miedo los perros, los niños gordos y la luz del sol”, teme morir ahogado con manteca de cacahuete y sufre claustrofobia, acrofobia, carcinofobia, cromofobia, zoofobia... “No es extraño que con el nivel de presión ante megaproducciones con presupuestos brutales y las exigencias de los estudios y el público para responder a las expectativas acaben chiflados y obsesos del control. Hollywood es un cóctel explosivo de riqueza, ego y arte, perfecto para las rarezas”, opina la ilustradora Maria Herreros (Valencia, 1983), que en ‘Marilyn tenía once dedos en los pies’ (Lunwerg) ha volcado, junto a sus dibujos, años de reunir chismes, rumores, mitos y verdades de actores y cineastas, “por pura fascinación personal”. 

“La idea era desnudar verdades pero dejar la puerta abierta a la fantasía y el misterio de las propias historias. Unas son ciertas, la mayoría provienen de libros, webs oficiales, entrevistas y documentales”. La de David Lynch “es muy tierna”, asegura: “De niño sus padres creían que era muy tranquilo porque se sentaba a dibujar minuciosamente en sus cuadernos armas y explosivos. Hasta que fabricó una bomba casera que reventó ventanas de varios edificios e hirió a un profesor”. Salió en los medios locales y el futuro director de ‘Terciopelo azul’ y ‘Twin Peaks’, “fanático del orden”, prometió comportarse. “Ha volcado su lado salvaje en sus obras”. 

Herreros recorre sus “anécdotas bizarras favoritas sobre cine” de una veintena de artistas -Tim Burton, Quentin Tarantino, Angelina Jolie, Cary Grant...- en más de 200 páginas que no tienen desperdicio. Lo hace a modo de espontáneo y, aparentemente, caótico cuaderno hecho a mano en cuanto a estilo, diseño y tipografía. Entrelazadas resaltan sus ilustraciones e intuitivos retratos a acuarela, grafito y tinta, de inconfundible estilo, un tanto extravagante. “Me gusta fijarme en rarezas, en lo peculiar de cada personaje. Para mí los defectos y detalles definen a cada uno”.      

Para rarezas, las de Sergio Leone, por quien Herreros siente debilidad. El creador del spaghetti wéstern con su ‘Trilogía del dólar’ (‘Por un puñado de dólares’, ‘La muerte tenía un precio’ y ‘El bueno, el feo y el malo’) presionó de tal manera a un Clint Eastwood antitabaco para que fumara y fuera convincente tras la cámara que logró que se enganchara tanto que hoy es un fumador empedernido. “Pero es un maestro de los planos, los tiempos y la narrativa de cine”. Eso no quita que cuando el actor Al Mulock, con problemas de drogas, se suicidó en el rodaje de ‘Hasta que llegó su hora’, en Granada, a Leone solo le preocupó que le quitaran el traje de ‘cowboy’ antes de que el cuerpo se pusiera rígido (se lo sacaron, pero el pobre aún no estaba muerto, murió en la ambulancia).       

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El supuesto chantaje a John Travolta de la Cienciología, que alimenta el ego de Tom Cruise; que Stanley Kubrick, director de ‘2001. Una odisea del espacio’ murió el día 66 del año 1999, cuando faltaban 666 días para el 2001, y que antes de contratar a un actor siempre jugaba al ping pong con él; el fetiche de Tarantino con los pies femeninos; la doble vida de Cary Grant, que forzado por los estudios a ocultar su homosexualidad intentó superar el alcoholismo y la esquizofrenia con LSD..., y cómo no, Marilyn Monroe, que con sus supuestos once dedos en los pies da título al libro.

“Quería desmontar el mito de la figura erótica y descubrir a la persona sensible y artística que había detrás”, dice Herreros de la actriz , que con sus 94-58-92 a pesar de tener un coeficiente intelectual de 168, se veía abocada a rodar papeles de “rubia tonta” y sufrir los celos de su segundo marido, Joe DiMaggio. Este, acompañado de su amigo Sinatra, un día quiso sorprender in fraganti a Marilyn con otro hombre (pero se equivocaron de dirección...). DiMaggio mandó flores a su tumba dos veces por semana durante 20 años y antes de morir, dicen, susurró: “Al fin veré a Marilyn”.