EL LIBRO DE LA SEMANA

Viaje a la melancolía

Leonardo Padura dibuja una Habana de personajes de vidas tortuosas

Gente en una calle de La Habana.

Gente en una calle de La Habana.

RICARDO BAIXERAS

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La Habana que dibuja Leonardo Padura (La Habana, 1955) en el volumen de relatos Aquello estaba deseando ocurrir tiene una rara intensidad. A su proverbial plasticidad el autor cubano añade en este libro un vertiginoso y efectista caudal verbal jugando a favor de unos personajes que parecen estar perdiendo siempre porque las vidas que recrean son tortuosas a la par que pintorescas y, por momentos, casi infames. Se diría que una felicidad por venir y algo aciaga acecha a unos actores proclives a expresar la aventura de estar viviendo.

Si «en el principio fue la fascinación» tal y como reza el pórtico de Nueve noches con Violeta del Río, texto fulgurante y homenaje no velado al Cabrera Infante más festivo y musical, es porque Padura ha sabido también alinearse con una tradición literaria que tiene al Reinaldo Arenas de El mundo alucinante su mayor vigía. Una fascinación, un mundo alucinante y alucinado que tiene algo de viaje melancólico a un pasado donde no pocas historias tienen el sabor amargo del dolor por amores (la mayor de las veces homosexuales) no correspondidos. Y, sin embargo, no solo acaban desmoronándose unas figuras solitarias que buscan afanosamente instantes de felicidad, sino que se desmorona también un sentido de la existencia amparado por la bebida, la música, la conversación festiva con los amigos y el sexo.

Muchos de los espacios y de las escenas que se repiten en estos cuentos -escritos con años de diferencia entre sí- anuncian nada menos que una teoría de la vida y del amor a ritmo de bolero. Aquello [que] estaba deseando ocurrir es, si se quiere, «un tímido temblor» que estremece la piel de Adelaida en Adelaida y el poeta, «la reveladora certeza» de que la vida de Miguel Fonseca «podía estar cambiando para siempre» narrada en El destino: Milano-Venezia (vía Verona) o el despertar delicado de Alborada Almanza «con la sensación precisa de que algo extraordinario iba a ocurrirle ese día» en La muerte feliz de Alborada Almanza.

Haciendo pasear a los personajes por una Habana universal Padura tiñe de color local unos cuentos que perpetúan una intuición: una galería de vidas espectrales tratan justamente de mitigar la soledad inherente al ser humano. La búsqueda afanosa de compañía trata de compensar unas vidas casi vacías, pero modestamente aptas. Y en esto Padura es sorprendente. Con apenas un fraseo simple y gracias a unos diálogos afilados que callan más de lo que dicen el autor de El hombre que amaba a los perros recrea un mundo físico pero sobre todo mental y sentimental. Un Habana casi perdida donde un genuino tropel de personajes centrípetos luchan consigo mismos nadando en un mar de dudas porque son concebidos como la combinación perfecta entre nostalgia y olvido. Todo ello trufado en una ciudad en ruinas en la que se especula, se experimenta y, sobre todo, se evocan ingentes cantidades de nostalgia sin digresiones morales ni costumbristas.

LIBRO SENSUAL

Padura ha escrito un libro sensual y lo ha hecho con una fuerza sugestiva evidente: las alusiones y las elipsis han dado su fruto. Sepa el lector que conseguirá tocar con la yema de los dedos el sabor amable que un buen tinto nos deja en boca. Y no dude que todo lo que aquí se cuenta, por remoto que le parezca, le concierne. Pura vida.

FICHA: AQUELLO ESTABA DESEANDO OCURRIR. Leonardo Padura.Tusquets. 264 págs. 18 €