COMEDIA DRAMÁTICA

'Las sillas musicales', insulso reciclaje.

Insulso reciclaje Las sillas musicales_MEDIA_2

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El debut tras la cámara de Marie Belhomme recicla a un personaje al que tanto el cine norteamericano como el francés han recurrido numerosas veces desde el éxito mundial de Bridget Jones: la mujer al borde de los 40 que anda en busca de su príncipe azul y que, en el proceso, hace gala de una torpeza y una vocación payasa pretendidamente irresistibles. En concreto, la protagonista de Las sillas musicales es Perrine (Isabelle Carré), cuyos sueños en el mundo de la música han quedado reducidos a bolos en fiestas infantiles, y cuyo destino da un giro cuando, un día, provoca fortuitamente un accidente que sume a un desconocido en estado de coma.

La trayectoria que Belhomme imprime al relato a partir de esa premisa podría interpretarse como una tímida insubordinación contra las normas sociales impuestas a las mujeres una vez alcanzan cierta edad -el matrimonio y la maternidad como único camino hacia la realización personal- de no ser porque Las sillas musicales en todo momento se contenta con ser una comedia insípida que tampoco saca provecho de las connotaciones depredadoras que posee la actitud de su protagonista. Mientras combina elementos de Mientras duermes y de Hable con ella, la película nunca se atreve a tomar riesgos y, en cambio, transita de forma predecible oscilando entre el humor y la emoción más simples y dependiendo en todo momento de la excesiva personalidad de su heroína. Al final, toda la pegada cómica se reduce a Perrine dando tumbos de una situación a la siguiente disfrazada de plátano o de guisan-

te. NANDO SALVÀ

Marie Belhomme

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