GIRA DE 'ENCYCLOPAEDIA'

El laboratorio de The Drums

La banda neoyorquina presenta este domingo su nuevo disco en Razzmatazz

Jacob Graham, izquierda, y Jonny Pierce, en una fotografía de promoción.

Jacob Graham, izquierda, y Jonny Pierce, en una fotografía de promoción.

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Hace unos años, The Drums parecía destinado a comerse el mundo: fue el grupo más buscado en Shazam del 2009 y la mayor promesa para el 2010 según New Musical Express y los lectores de Pitchfork; todo, o casi todo, gracias a una canción de silbido inolvidable: Let's go surfing. Con su primer disco, demostraron ser capaces de más de una buena canción: The Drums, aparecido en el 2010, incluía otras rodajas pegadizas de pop con influencias pospunk y new wave como Best friendMe and the moon y Forever and ever amen.

Unidad resquebrajada

Luego, la unidad del cuarteto neoyorquino empezó a resquebrajarse: el guitarrista Adam Kessler lo abandonó a finales del 2010, mientras que Connor Hanwick (batería) decidió dejar el grupo dos años después, tras acabar la gira de presentación del álbum Portamento. El anuncio de álbumes en solitario de su cantante (Jonny Pierce; nunca llegó a editarlo) y guitarrista (Jacob Graham) presagiaba lo peor, pero The Drums ha vuelto, ahora en forma de dúo, con un disco que tiene algo de reinicio.

«Es la primera vez que estamos solos Jacob y yo desde el primer ep», explica Jonny Pierce. «Somos él y yo, nadie más, volviéndonos locos y haciendo lo que queremos sin preguntar a nadie. Por mi experiencia, es casi mejor que poca gente opine sobre algo, o al final ese algo pierde la gracia».

Diccionario de sonidos

El disco se llama Encyclopaedia porque reúne un montón de tipos de música y sonidos con los que The Drums quería jugar. «Al principio, daba un poco de miedo. Pero queríamos intentar todas las cosas que siempre habíamos querido intentar», comenta Pierce. Hay temas parecidos a sus primeros hits (Kiss me again), pero también sonidos de electrónica atmosférica (el single I can't pretend), su visión del rock de garaje (There is nothing left) y, en general, mayor variedad de la habitual en cuanto a formatos de canción, arreglos y producción.

Para Pierce, quedarse los solos ha sido una bendición. «Nos hemos sentido bastante solos y traicionados, pero al final pudimos ver que esto podía ayudarnos. Sin estar solos, quizá nunca habríamos hecho este disco. En el anterior, cada canción sonaba igual. Aquí hay algunas más sutiles, no tan directas». The Drums han descubierto el poder de la sutileza: algo no es poderoso solo por sonar fuerte, sino por saber jugar las cartas musicales y líricas con inteligencia: «La canción más delicada puede dejarte noqueado».

Canción "triste y delicada"

Uno de los mejores temas -no solo del disco, sino de toda la carrera del grupo- es, precisamente, un medio tiempo sensible: I hope time doesn't change him. Puede tocar la fibra de forma cruel. «Acababa de conocer al amor de mi vida. Estoy muy acostumbrado a que la gente llegue a mi vida y después se vaya. En esta canción expreso cómo espero tener a esta persona siempre a mi lado. Es triste y delicada. Para mí, esta es la única manera de sobrevivir a una gira: escribir canciones sobre las que sientas algo». Y si pegas la oreja, en Encyclopaedia descubres versos sentidos y con propósito sobre la homosexualidad, el cambio de sexo, cuestiones de identidad… «En otros discos había temas que, sinceramente, no iban de nada».

Las nuevas, coloridas, personales canciones de The Drums sonarán este domingo en directo en Razzmatazz (21.30). «Seremos cinco en total en el escenario», adelanta Jonny Pierce. «Habrá urgencia, dinamismo, pero también otros colores. Y será un concierto más largo de lo habitual en nosotros, con montones y montones de canciones».