CRÓNICA

Kraftwerk, futurismo en el Liceu

La leyenda de la electrónica visitó el teatro con su 'show' de 'grandes éxitos' en 3D

Imagen del concierto en 3D de Kraftwerk, el miércoles en el Liceu.

Imagen del concierto en 3D de Kraftwerk, el miércoles en el Liceu.

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Cita insólita el pasado jueves, en el marco del Suite Festival de este año: Kraftwerk, los Beatles de la electrónica, trajeron su show de grandes éxitos en 3D al Liceu. Ya se pudo ver en el Sónar 2013, pero en el teatro la experiencia era enteramente distinta, no solo por la casi obscena comodidad sino por el contraste interesante entre la solemnidad clásica del edificio y las formas futuristas, a menudo juguetonas, de la música de la leyenda de Düsseldorf.

Sorpresas, pocas: el estatismo escénico de Ralf Hütter (teclados y voces, incluyendo las que Florian Schneider hacía antaño con el vocoder), Fritz Hilpert (teclados), Henning Schmitz (efectos, percusión electrónica) y Falk Grieffenhagen (quien sincroniza proyecciones y pistas básicas) es conocido y, en cierto modo, encantador. Los visuales tampoco han sufrido grandes cambios: creaciones orgullosamente retro que, pasada la hora de metraje, podían empezar a generar cierto mareo.

Arrancaron (a la hora fijada, precisión germánica) con la enorme Numbers y sus patrones flotantes, para después seguir explorando el clásico disco Computer world con joyas como Home computer (influencia para los padres del techno de Detroit) y Computer love (el tema en que Coldplay se basaron para Talk).

A menudo, las imágenes tridimensionales recibían más algarabía que la música en sí misma, como cuando el laboratorio espacial de Spacelab aterrizó en la Plaça Reial. Pero hubo gritos quizá impropios del Liceu también para The model (en la que sonó un acople, por si alguien dudaba que hacían cosas en vivo), AutobahnTour de France 1983, Trans Europe Express...

Tras un bis de hits non-stop (incluyendo Musique non stop), se despidieron, de uno en uno, con un solo como esos que hacen los músicos de rock, pero con sus instrumentos sintéticos. Son humanos, sí. Y tienen sentido del humor. Y visto el risueño paisaje en el Liceu después del curioso viaje, saben contagiarlo.