'Fan fiction' con un John Lennon sin domesticar

Kevin Barry imagina en su novela 'Beatlebone' a un confuso Lennon visitando en 1978 la isla que compró en Irlanda

Kevin Barry, en la librería La Central.

Kevin Barry, en la librería La Central. / ALBERT BERTRAN

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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John Lennon compró una de las 365 islas de la bahía de Clew, la de Dorinish, pensando que se convertiría en un idílico refugio en la lrlanda de sus ancestros. Aunque le costó solo 1.700 libras fue una mala inversión: resultó ser un lugar inhabitable y ruidoso, azotado por el viento y las olas del Atlántico y los chillidos, picotazos y defecaciones de las agresivas gaviotas. Así que solo la pisó dos veces en su vida, una con cada una de sus esposas, Cynthia y Yoko. Sin embargo, en su novela ‘Beatlebone’ (Rayo Verde / Raig Verd), el escritor irlandés Kevin Barry, ganador del premio IMPAC y el premio de literatura de la UE, ha imaginado una tercera visita, en 1978. La de un Lennon dispuesto a practicar la técnica del grito primordial de Janov cara al mar, guiado por un extravagante hombre para todo local, Cornelius.

“La historia hacia cierto punto tiene relación con la realidad, y luego se desvía y es fantasía”, explica un célticamente locuaz, simpático, pelirrojo y pecoso Barry (Limerick, 1969). “Lo peor que podía hacer en un libro sobre John Lennon es ir a lo seguro, y yo quería que el libro fuese una locura enorme, demencial, porque su protagonista ya era así. Y si el libro tenía que ser emocionalmente verdad, como retrato de un artista, tenía que ir por caminos muy alejados de la realidad”, dice.

LENNON EN 1978

Barry ha elegido un momento en la vida de Lennon en el que salía de un periodo de inactividad musical, en el que se dedicó a criar a su hijo Sean y estaba a punto de empezar la producción del álbum más plácido de su carrera, el ‘Double Fantasy’. No parece tener mucho que ver con el Lennon confuso y presto a lanzar berridos terapéuticos del libro, a punto de arrojarse de nuevo a experimentos como los de la Plastic Ono Band.

“En esta época no componía porque era feliz. Habían quedado atrás sus problemas de visados, su matrimonio iba bien, había tenía un hijo, preparaba el álbum más azucarado de su carrera… yo he querido imaginar qué hubiese hecho si hubiese tomado un camino diferente, más vanguardista. Me imagino a un Lennon en un universo paralelo”, explica Barry.

¿Un Lennon no domesticado? “Sí, exactamente. Esto hacemos con nuestros héroes culturales, sobre todo cuando han acabado de forma trágica. Mi propósito principal era hacer este retrato en un momento de dificultad creativa y captar su voz. Una voz muy difícil, porque cuando escuchas sus entrevistas puede ser muy leve, muy divertido y en la misma frase, de repente, ser oscuro, paranoico y agresivo”. En los dos libros de Lennon, señala Barry, hay muy poco aprovechable, mucho borrador con ideas caóticas sin pulir. “’Beatlebone' es una versión imaginaria del tipo de libro que quizá le hubiese gustado escribir a John Lennon. Aunque no sea precisamente una experiencia cómoda para el lector”, concede. ¿Eso sería una forma algo sofisticada de ‘fan fiction’? “Absolutamente. Es ese género. Y también tiene mucho en común con el teatro radiofónico, es un libro que el lector puede escuchar”.

UN IRLANDÉS EN BARCELONA

Barry pasó casi seis meses en Barcelona, el año 1999. “Viví en Gràcia. Y era muy diferente de cómo es hoy. Aún es un lugar bonito, pero se ve que ahora hay más dinero. Entonces alquilé un piso muy, muy pequeño por 100 euros al mes. Afortunadamente, como no conocía el idioma y había menos gente mayor de 40 años que hablase inglés, me quedé encerrado en mi lengua, aislado, y escribiendo”, explica. “Entonces -añade Barry- aún se podía escapar de la lluvia de Irlanda y vivir barato y bajo un cielo azul. Hoy no sé a dónde van los escritores jóvenes…”