Kavakos y Jurowski elevan a Sibelius

CRÓNICA El virtuoso violinista y el director agitan el Palau

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando se juntan dos talentos como el director Vladímir Jurowski (Moscú, 1972) y un violinista como Leónidas Kavakos (Atenas, 1967) algo grande puede pasar. Y, efectivamente, eso es lo que ocurrió la noche del martes en el primer gran concierto de la temporada de Palau 100. El ruso, al frente de la soberbia London Philharmonic Orchestra, y el griego deslumbraron con su interpretación del Concierto para violín y orquesta, del finlandés Jean Sibelius.

Desde los primeros compases se percibió la perfecta simbiosis entre la formación y Kavakos, al que los herederos del compositor permitieron en 1990 desempolvar con un recital y una grabación el único concierto de Sibelius escrito para solista. Jurowski, desde el podio, administró con un extraordinario sentido del equilibrio el caudal sonoro de esta refinada partitura dejando que el virtuosismo de Kavakos despegara con luz propia.

El magnetismo desprendido fue más allá de la influencia de lo astral. Kavakos superó el reto con la naturalidad de quien domina hasta la última nota de las endiabladas tesituras de la obra. El color y la expresividad aparecieron en la magia del Allegro moderato inicial, continuaron en la extrema sensibilidad del lento segundo movimiento y concluyeron con el vibrante ritmo del Finale.

El extraordinario nivel de la primera parte, con propina del solista incluida, dejó al auditorio expectante ante la sacudida de Un réquiem alemán de Brahms, otro desafío para la orquesta, el Orfeó Català y el Cor de Cambra del Palau. La dirección de Jurowski, con precisos, detallistas y silenciosos silabeos dirigidos a las corales, encauzó la cohesión de las formaciones con el sólido barítono Dietrich Henschel y la luminosa soprano Miah Persson, que estremeció al auditorio con el solo que el compositor dedicó a la memoria de su madre.

Lo mejor fue el buen ensamblaje entre los participantes, manteniendo las altas cotas de tensión dramática de esta pieza maestra llena de variadas atmósferas. Un buen remate para una gran velada.

TEMAS