Kanye West, mesías del rap y de la moda

Kanye West, durante la presentación de su disco y línea de ropa en el Madison Square Garden.

Kanye West, durante la presentación de su disco y línea de ropa en el Madison Square Garden. / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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El esperado nuevo álbum de Kanye West se estrenó ayer en un evento en el Madison Square Garden que incluía la presentación de la tercera serie de su marca de ropa Yeezy, dentro de la Semana de la Moda de Nueva York. Un acto seguido no solo por los afortunados poseedores de una entrada para esta “listening party” en clave mesiánica, sino también por espectadores de su retransmisión en cines alrededor del mundo (en Barcelona, en La Maquinista, con entradas casi agotadas). El lanzamiento del disco estaba previsto para este viernes, pero de momento no tiene confirmación de fecha de salida

El resto del mundo también podía seguir la retransmisión, o tratar de hacerlo, a través de un 'streaming' de la plataforma Tidal que cayó víctima de problemas técnicos: tiempos de carga imposibles, interrupciones o, simplemente, inacción total.

Los problemas técnicos y retrasos se extendieron al propio Madison Square Garden, donde durante algo más de media hora lo único que pudo verse (sin audio) fue la misteriosa decoración de la cancha de los New York Knicks, con una gran sábana cubriendo dos estructuras. También planos desde el suelo del ir y venir de espectadores que esa noche llevaban sus mejores bambas.

El acto empezó, finalmente, con la toma de asientos de <strong>Kim Kardashian, esposa de West</strong>, anoche con peluca rubia, y el resto de la saga: sus hermanas Kourtney y Khloe Kardashian; sus madres, Kris y Caitlyn Jenner; sus medio hermanas Kylie y Kendall Jenner… Todas vestidas para la ocasión con conjuntos 'total white' firmados por Olivier Rousteing, de la firma francesa Balmain.

Quien comprara la entrada (del MSG o La Maquinista) pensando en ver un concierto, se sentiría decepcionado (y de hecho, en la sala de cine hubo alguna deserción): Kanye West bajó hasta la cancha para abrir un 'laptop' y, no sin problemas, ponernos su disco. En un momento dado, tras acabar una canción, se oyó el sonido 'blow' de cuando llega un mail.

Risas aparte, 'The life of Pablo' (así se llama el disco, en principio definitivamente, tras descartarse 'So help me God', 'Swish' y 'Waves') parece el “disco de la vida” prometido por West. Quien temiera que su matrimonio con Kim Kardashian o su <strong>reciente paternidad </strong>le llevarían a hacer un disco tan confortable como su nueva vida doméstica, puede respirar tranquilo: sin llegar a los accesos ruidistas de 'Yeezus' (2013), el nuevo álbum muestra a West siguiendo su vena experimental y abierta a todo de los últimos tiempos. Sonido sin relleno, como en 'Yeezus', con fuentes house, techno y noise, y un puñado de invitados (Rihanna, Frank Ocean, The Weeknd) dando la mejor, más intensa versión de sí mismos.

ODA A SU PADRE

Abre el disco 'Ultra Light Beams', con la colaboración de Chance The Rapper y basada en esencia en voces góspel y sintetizadores crudos. Cuando acabó, la sabana cayó y se desveló la nueva colección de Yeezy, en una 'performance' creada por su habitual colaboradora Vanessa Beecroft. Desfile estático, con los modelos quietos, casi todos de pie, sobre las construcciones; tenían un puñado de normas claras, entre ellas “no sonreír”, “no bailar” o “no cantar, a menos que se indique”. También: “Eres una foto”. La colección sigue la línea habitual en Yeezy, mezcla personal de 'streetwear' y alta costura, aunque con más color de lo usual.

Siguió 'Father stretch my hands pt&1 & pt2', según dijo Kanye ayer en Twitter, una oda a su padre compuesta entre lágrimas.

Pero la canción que iba a causar sensación, y no solo por motivos de subyugante estética sonora, era 'Famous', en la que Kanye rapea lo siguiente sobre Taylor Swift: “Siento que Taylor y yo podríamos tener sexo / Hice famosa a esa zorra”. Esto último en referencia al momento de los MTV Video Music Awards del 2009 en que el rapero interrumpió a la cantante durante su agradecimiento al premio al mejor vídeo femenino, que Kanye West aseguró, apasionadamente, debió recaer en Beyoncé. Según un comunicado del equipo de Taylor, la cantante fue informada sobre la canción por Kanye, pero ella no dio su visto bueno. El hermano de Taylor respondió ayer a la controversia tirando sus zapatillas Yeezy a la papelera.

Después, en 'High lights', Kanye dirige sus dardos al 'ex' de su esposa, el cantante y actor Ray J: “Supongo que Ray J y yo podríamos ser amigos, si no amásemos a la misma zorra / Puede que tú te la hicieras antes / El único problema, yo soy rico”. La misma canción incluye las líneas: “A veces me gustaría que mi polla tuviese una cámara digital / para poder volver a ver esa mierda en cámara lenta”.

ADIDAS VS. NIKE

Tras el cierre con la ya conocida 'Wolves', colaboración con Sia y el rapero Vic Mensa, Kanye pidió reacciones a gritos sobre disco y línea de ropa. “Creo que debéis pensar que porque soy un famoso o hago dinero y rapero, esta mierda es fácil de hacer. Una de las cosas más difíciles de hacer fue conseguir que la gente con talento que trabajó en la colección creyera en mi visión lo suficiente para venir a currar con un rapero”.

Acto seguido dio las gracias a Adidas, colaboradora del proyecto Yeezy con West, y animó al público (con bastante éxito) a gritar: “¡Que jodan a Nike!”. Pero uno de los momentos más insólitos de la noche, que levantó risas en La Maquinista, fue el tráiler de un videojuego en el que el renacentista West también trabaja en estos momentos. Nada que ver con 'Grand theft auto': en el tráiler, Donda, difunta madre del artista, cruza las puertas del cielo a bordo de un pegaso.

Antes de marcharse al 'backstage' con su familia, West confesó que su sueño es convertirse en director creativo de Hermès; simplemente eso. Se fue el anfitrión, pero la fiesta siguió: los modelos ya pudieron cantar y bailar con temas de Young Thug, Travis Scott, Beyoncé o Rihanna. En la sala de La Maquinista, nadie se levantó a bailar, pero la sala tardó en vaciarse. Aquel evento único era para apurarlo hasta el último segundo.