¿Pla, columnista de Falange?

Josep Guixà documenta en un libro la actividad del escritor catalán como informador franquista y sostiene que escribía anónimamente las crónicas parlamentarias de la revista del partido de José Antonio

El joven Josep Pla, en París.

El joven Josep Pla, en París.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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La conversión de Josep Pla de publicista del regionalismo de Cambó a espía franquista en 1937, pluma al servicio de Serrano Suñer en el San Sebastián de 1938 y aspirante a dirigir La Vanguardia Española en la Barcelona de enero del 1939 es una historia sabida, y que le granjeó esa inquina imborrable del nacionalismo catalán. Pero un libro del periodista Josep Guixà (Espías de Franco. Josep Pla y Francesc Cambó, Fórcola) descubre nuevas repliegues en esa historia. Por un lado, utilizando documentación inédita del archivo militar de Ávila, descubre cuál era la actividad real de Pla como agente del SIFNE, el servicio de información en el sur de Francia que los hombres de la Lliga pusieron al servicio de la causa de Franco. Ni delaciones ni acciones emboscadas que llevaran al hundimiento de submarinos: su actuación fue más la de un analista que la de un agente operativo. Pero si en este episodio el rastro documental rebaja la figura del Pla espía antes de Cambó que de Franco, la doblez de un escritor oportunista y con pésimas compañías ideológicas mucho antes de que la revolución lo arrastrase a los brazos de los militares rebeldes, sube en unos cuantos grados. Según sostiene Guixà, con argumentos sólidos aunque sin pruebas definitivas, Pla, al mismo tiempo que ejercía como corresponsal de La Veu de Catalunya en Madrid, escribió de 1933 a 1936 de forma anónima la crónica parlamentaria de F. E., la revista oficial de Falange Española, y más tarde en Arriba«La realidad puede ser aún más fuerte que el mito», comenta el autor.

Un chiste de L'Esquella de Torratxa y algunos rumores dieron pie al relato del Pla que señalaba a los submarisnos italianos la partida de mercantes desde Marsella. «Su biógrafa Cristina Badosa se equivocó al dar demasiada importancia a esta tradición oral», opina Guixà, que ha desenpolvado memorandos al SIFNE desde Marsella (sobre las redes masónicas, o alertando de la actividad propagandística de Amadeu Hurtado en Francia) cuyo autor, en su opinión, es Pla, el agente número 10 de la nómina del SIFNE, por el estilo y por los informantes citados.

«Es más verosímil, como periodista, ese Pla informador, que se abraza y habla con la gente de la Lliga o Acció Republicana que baja de los barcos, les pregunta qué saben y a partir de aquí elaboran informes de situación», opina Guixà. En esa labor de analista aporta argumentos para defender la agenda por la que abogan los hombres de la Cambó, tratando de convencer por ejemplo de que la situación de la retaguardia es tal que Catalunya caería como una fruta madura (y con las fábricas más enteras que si Franco dejaba su conquista para más adelante).

Aún más inquietante es cómo Guixà rastrea las relaciones de Pla con conspiradores monárquicos y camisas viejas de Falange hasta el mismo nacimiento de la República, quizá con el encargo de Cambó de sondear al naciente movimiento de José Antonio. Una relación (que, según Guixà, tiene su lógica si se comparte la tesis de historiadores como Enric Ucelay da Cal que ven al catalanismo conservador como transmisor de algunas ideas del fascismo hasta la incipiente Falange, que aparecía inicialmente como un peón útil para desestabilizar la república.

«No podemos descartar que Pla haga estas colaboraciones en las revistas de Falange por encargo de Cambó. Alguien le tenía que pagar. Pero dudo de la sinceridad de sus opiniones falangistas», apunta Guixà. Para llegar a esta conclusión cruza algunos rumores, analiza el estilo planiano de las crónicas de F. E., resucita una información en este sentido publicada en 1933 por el periodista Paco Madrid, recuerda que el Pla que escribe con la firma X. X. en el El Diario Vasco cita su conocimiento personal de José Antonio y redescubre una entrevista del secretario de redacción de F. E., José María Alfaro, en 1967, en que explica que Pla le entregaba cada semana su crónica en una cuartilla con elmembrete del Hotel Palace. Eso sí, la hemeroteca demuestra que, de ser suyas esas crónicas falangistas, era capaz de defender, el mismo día, exactamente lo contrario en sus despachos para La Veu de Catalunya.