entrevista

José Manuel Caballero Bonald: «Todo poema tiene algo de última voluntad»

El novelista y poeta jerezano José Manuel Caballero Bonald en su domicilio madrileño, ayer.

El novelista y poeta jerezano José Manuel Caballero Bonald en su domicilio madrileño, ayer.

   ELENA HEVIA / Barcelona

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Es la memoria viva de la generación del medio siglo. Su superviviente, siempre con el permiso de su colega Francisco Brines. A los 85 años, el jerezano José Manuel Caballero Bonald, novelista, narrador pero por encima de todas las cosas poeta, culmina su trayectoria conEntreguerras(Seix Barral), un único poema de casi 3.000 versículos, sin rima ni metro fijo, con vocación de despedida. Una piedra negra sobre piedra blanca testamentaria que indaga en su larga y caudalosa vida.

-Sorprende la energía que trasmite Entreguerras.

-También me sorprende a mí. La poesía es un género juvenil porque necesita apasionamiento, una fuerza de la que uno ya anda escaso.

-¿Y en su caso qué ocurrió?

-Sentí esa energía de repente como una necesidad urgente. Cosa que me alarmó porque lo percibí casi como una última voluntad.

-Llegó la hora de hacer recuento.

-Sí, ahí están los libros escritos, los viajes, los afectos personales, los amigos, que poco a poco se me iban agolpando por acumulación y formaron este poema fluvial como un desbordamiento de la memoria, en busca de recuerdos residuales.

-Sus últimos libros arrastran fama de testamentarios. ¿Acepta esta etiqueta?

-En cierto modo, sí. Todo poema tiene algo de última voluntad. De hecho, en este libro se encadenan secuencias de mi propia existencia, como eso que dicen que te ocurre cuando estás a punto de morir, cuando la vida pasa completa ante tus ojos.

-También está ahí el recuerdo de los amigos que se fueron: Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral, Ángel González, José Ángel Valente, José Agustín Goytisolo...

-Ya quedamos pocos. Marsé, en Barcelona, como novelista o Brines como poeta. Hay un foto, que si no ha dado la vuelta al mundo poco le falta, que todos los que ha mencionado nos hicimos en Collioure en 1959, en ocasión del 20 aniversario de la muerte de Machado y yo soy el único superviviente. Es natural que eso le dé a uno una sensación de alarma.

-Sensación que se trasmite muy intensamente en su poema.

-Es un sentimiento de acabamiento, de que algo se está terminando para siempre con ese último verso convidacomo palabra final que arroja una luz fugaz.

-Esa idea de fugacidad siempre le ha acompañado. Tituló usted su poesía completa Somos el tiempo que nos queda, algo que expresa serenidad y miedo.

-El miedo, a veces arbitrario y repentino, también cruza el libro. Estoy convencido de que la poesía es un antídoto contra el miedo y las penalidades de la vida.

-En el 2005 le dieron el Nacional de Poesía por Manual de infractores, un elogio de la desobediencia, hoy en perfecta sintonía con los indignados. ¿Lo asume?

-La gran literatura está hecha por grandes desobedientes y esa desobediencia está perfectamente integrada en mi manera de ser. Así que ahora que últimamente con el mundo desquiciado en su aspecto económico y esa sensación de que todo está gobernado por alguien invisible yo me he sentido muy cerca de los indignados, de los insumisos que no admiten imposiciones hipócritas.

-¿Qué sentimientos le despierta el PP en el poder?

-Yo respeto todos los partidos que para eso soy demócrata y viejo luchador por la libertad. Lo que ocurre en el PP es que es un partido muy amplio en el que también están integradas e infiltradas las viejas fuerzas de la extrema derecha, todo ese franquismo latente que reaparece de tanto en tanto.

-¿Es verdad que se retira de la escritura?

-Ya no volveré a escribir novelas o memorias. Pero con la poesía no puedo ser tan tajante. Si se me cruza un poema no voy a poder rechazarlo. La edad te vuelve más escéptico por eso, hoy por hoy, ni necesito escribir ni tengo ganas.