Savall brilla con el testamento sinfónico de Mozart

El director, al frente de La Concert des Nations, cierra con las tres últimas sinfonías del autor la temporada de Palau 100

Jordi Savall Palau de la Música

Jordi Savall Palau de la Música / ANTONI BOFILL

CÉSAR LÓPEZ ROSELL

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Jordi Savall le gustan los retos. La interpretación por primera vez de forma conjunta de las tres últimas sinfonías de Mozart era uno de ellos. El músico de Igualada volvió a estar a la altura ofreciendo, al frente de un motivado Le Concert des Nations, una personal y cuidada lectura del testamento sinfónico del genio de Salzburgo. El propio director, entendiendo que estas tres obras finalizadas en un periodo de solo dos meses y medio, entre junio y agosto de 1788, son en realidad un todo, suprimió el previsto descanso entre las dos primeras y la última y pidió al público que no aplaudiera hasta el final. “Es un honor recrear este legado mozartiano en el Dia de la Música”, dijo antes de empezar la velada que ha cerrado la espectacular temporada de Palau 100.

El maestro había preparado intensamente este concierto y, satisfecho por los resultados, decidió grabarlo. La realidad es que, con un recinto modernista prácticamente lleno, la formación ofreció una versión más pausada y sostenida de las partituras atendiendo al rigor interpretativo que exigen los criterios históricos por los que se rige en la recreación de las obras. Utilizando los medios a su disposición, con músicos de la talla del concertino Manfredo Kraemer, Lorenzo Coppola (clarinete) o Paolo Grazzi (oboe), por citar algunos, las piezas interpretadas fluyeron con notable agilidad y dominio estilístico.

En la ‘Sinfonía, número 39’, con el uso de los clarinetes en lugar de los oboes, la orquesta desplegó su especial cromatismo. Los ecos de la obertura de ‘Don Giovanni’ del inicio de la primera de las piezas del tríptico hacen que la introducción de la partitura haya sido emparentada con el título operístico que estos días se representa en el Liceu. Sonaron, claro, en el Palau. Desde un calmado intimismo la formación desplegó el vuelo hacia cumbres más agitadas de este canto de la alegría de vivir ofrecido con originales efectos. En la ‘Sinfonía, número 40’, propulsada por una introducción inquietante de las violas hasta que llega el tema ‘leiv motiv’ de la pieza, todo se desarrolló bajo el colorido que desprenden las melodías. Una explosiva secuencia en contraste con los silencios cerró esta memorable página en la que se dibuja el presagio de la muerte prematura del autor.

La ‘Sinfonía, número 41',  ‘Júpiter’, remató una sesión histórica. Savall y sus músicos ofrecieron una aclamada versión, en la que, desde un enérgico inicio, la pieza discurre entre contrastes por armónicos caminos hasta llegar al célebre ‘Molto allegro’ final que combina la forma de sonata con elementos de fuga. La conclusión, reforzada por el impacto de aire teatral del metal, cerró el final del viaje de Le Concert des Nations por este tríptico que refleja los diferentes estados del hombre en su peripecia vital.