Buen debut de Savall al frente de la OBC

El violagambista experimenta nuevas sonoridades de la formación con Bach, Mozart, Geminiani y Händel

El músico Jordi Savall.

El músico Jordi Savall. / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Como una fiesta definió Jordi Savall su debut al frente de la OBC. El más internacional de nuestros  directores se mostraba exultante el viernes en el Auditori. El violagambista no solo resaltó que había sido un placer dirigir a la orquesta, reforzada por el concertino habitual en sus formaciones, Manfredo Kraemer, sino que invitó al público a participar en la celebración durante la interpretación de una propina de Rameau. El acompasado batir de palmas acabó creando un clima de concierto de Año Nuevo barroco, muy apropiado para festejar el buen resultado, con altibajos, del pedagógico experimento.

Entregado como está a su trabajo de director de 'ensembles' de música antigua, el maestro de Igualada no había tenido ocasión de trabajar con la OBC. La ilusionante oportunidad ha sido bien aprovechada y los integrantes de la formación se han implicado a fondo durante los ensayos en la inmersión en los conceptos de sonido del maestro aplicables a una orquesta moderna. La curiosidad por ver los resultados de esta iniciativa con un programa de obras clásicas y barrocas hizo que el Auditori se llenara.

EQUILIBRADO DESPLIEGUE

El inicio con la 'Suite para orquesta, número 3' de Bach calentó el ambiente.  Tras la larga obertura, la recreación de la célebre aria, con su cautivadora y envolvente melodía, puso a prueba el ajuste del trabajo del director con la cuerda y también con los vigorosos metales y la percusión. El ritmo ceremonial de las dos 'gavottes' y el breve 'bourrée' y la 'guigue' cerraron clamorosamente la pieza.

El paso por la 'Serenade en re mayor' de Mozart, con una estructura formada por un cuarteto y una orquesta de cuerda con timbales, resultó más convencional. Hubo brillo en el 'Concerto grosso, número 12, La follia', versión de Geminiani de la obra de Corelli, en la que lucieron los dos solistas de violín dentro de la diversidad rítmica y melódica del conjunto. La espectacularidad llegó con 'Los reales fuegos artificiales' de Händel, con un equilibrado despliegue entre la cuerda y los explosivos metales y timbales. Una estimulante velada.