Retornos de Jordi Esteva

RICARD RUIZ GARZÓN

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«Acabo de leer por tercera vez la Odisea, el mejor libro de la historia de la literatura», decía en agosto, en su cuenta de Facebook, el escritor, fotógrafo, cineasta y viajero catalán Jordi Esteva (Barcelona, 1951), acaso uno de los sabios menos estridentes y más necesarios que habitan actualmente el Empordà. Dicho y hecho, entregado a mil retornos como el célebre de Ulises, Esteva disfruta estos días de un envidiable nostoi por Ítaca, esta vez la isla real, poco antes de desplazarse a El Cairo para presentar, en octubre, la traducción al árabe de su imprescindible Los árabes del mar (Península/Brau), para muchos uno de los mejores libros de viajes escritos jamás entre nosotros. Regresa a HomeroEsteva, regresa a Ulises y a Simbad, y no en vano lo hace como preludio a otra media docena de regresos esenciales, o que serían esenciales si no estuviera nuestra cultura aletargada. El primero, estos mismos días, es la reedición en Atalanta de otras de sus cimas: Socotra, la isla de los genios, un volumen mítico, con nuevas cubiertas, que entre dragos, djins, aves roc y fénix y hasta resurrecciones de Marco Polo y Gilgamesh se acerca como nunca a su viejo sueño de descubrir mundos. El segundo, en breve, será la exhibición en festivales, y después en salas, de su película Komián, retorno a Retorno al país de las almas, libro y película, en el que logra emocionar con su discreta, plástica, insobornable y respetuosa grabación en blanco y negro de la sacerdotisa Kodju Niamké, poseída por el espíritu de una pantera. También Socotra, más adelante, será película, con rodajes nuevos añadidos a los que, como muchas de sus fotografías y grabaciones, pueden verse en su espléndida página web, http://www.jordiesteva.com. Por si todo ello fuera poco, y entre otros proyectos, Esteva ha empezado a escribir, desde la atalaya de su viajada sesentena, un libro memorialístico, un retorno a todos sus retornos que al parecer nació inspirado en una frase del gran Mohammed Chukri, autor de El pan a secas. No hay duda, en fin, y lo ya dicho lo confirma: hay pocas cosas mejores que volver, volver y volver a los caminos que nos retorna Jordi Esteva.