Maternal

Tres libros respiran maternidad sin que sus protagonistas necesariamente paran

JENN DÍAZ

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Leo para tener un discurso propio firme, entre otras cosas. También para escribir mejor, para entretenerme, para irme lejos, para responder y responder y responder todas esas preguntas. Entre mis discursos está, o estaba, el de la maternidad -pero me he dado cuenta de que en realidad es sobre lo maternal. Socialmente, la maternidad necesita de un parto, y yo, madrastra, necesito otra versión que me satisfaga y que me incorpore mejor una definición menos simple. No he parido y por tanto no soy madre, pero eso no significa que no pueda ser maternal en mi papel.

Por eso, cuando hace poco descubrí que podía matizar la maternidad y seguir buscando en los libros sobre esa pequeña ramificación de la maternidad, supe valorar y etiquetar mejor los libros de los que hoy quiero hablar. Porque una mujer que rapta a una niña no es madre, pero sí maternal, aunque no nos lo parezca (Lila, de Marilynne Robinson), una mujer que desea quedarse embarazada pero no lo consigue no es madre, pero sí maternal (El cielo oblicuo, de Belén García Abia) y una mujer que cuida de las parturientas y los recién nacidos en épocas de guerra no es madre, pero sí maternal (La maternitat d'Elna, de Assumpta Montellà).

Todo en estos libros respira maternidad, pero sus protagonistas no necesariamente paren. Ese es mi nuevo discurso, un tono distinto del embarazo. Los tres libros -uno de ficción (Robinson), otro a medias entre poesía y novela y autobiografía (García Abia) y otro sobre testimonios históricos (Montellà)- sí responden a esa no-maternidad, esa mujer feroz de El cielo oblicuo que se debate entre la maternidad y lo maternal. Para lo primero, el mundo nos pide ser fecundadas; pero para lo segundo solo se necesita instinto. Y es de ese instinto del que me valgo para ser madrastra -esa palabra fea sacada para la memoria colectiva de la maldad de los cuentos. Lo maternal no se elige, pero las lecturas sí: gracias a la reflexión y la lucidez de estas tres historias, los maternales (hombres y mujeres) podemos construir sin reparos nuestro mensaje: nadie nos va a pedir que seamos fértiles.

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