NUEVO LIBRO DEL AUTOR DE 'JO CONFESSO'

Las ciertas incertezas de Jaume Cabré

El aclamado escritor barcelonés publica 'Quan arriba la penombra', una reposada colección de relatos

Jaume Cabre, en el Ateneu barcelonés.

Jaume Cabre, en el Ateneu barcelonés. / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Jaume Cabré se presenta ante la prensa acorazado en su habitual desconcierto ante la obra que acaba de terminar. O quizá sea esa una estrategia para no tener que perderse en teorías que le obliguen a ser el relojero que destripe sus ficciones, algo que odia. Mientras se espera su nueva novela -'Jo confesso' se publicó hace ya seis años-, Cabré ofrece un libro de relatos, 'Quan arriba la penombra' (Proa / Destino), que en cierta manera se emparenta con el tema capital de su obra maestra, la exploración del mal, y tiene todos los números para ser uno de los más deseados el próximo Sant Jordi.  

Así que se enroca en ese desconocimiento y dribla las preguntas -el verbo es suyo- de los periodistas anunciando la iluminación que le ha sobrevenido en el tren camino de la cita desde su casa de Matadepera: encontrarle el sentido a las tres citas con las que se abre el libro: “Respeto a los muertos, incluso cuando todavía están vivos”, del griego Emmanuïl Roïdis; "Morir no és tan difícil", verso de un poema de Lord Byron, y el anónimo, popular e incluso chusco: "Le juro que fue un accidente". Las tres, según descubrió el autor a posteriori, ejemplifican tres formas de enfrentarse a la muerte. "La primera está vinculada a las maneras mafiosas, la segunda es claramente romántica y la tercera es la típica del aquel que se quita la pulgas de encima. Tres formas de acercarse al mismo tema", explica, deseoso de que sean los lectores los que ofrezcan sus propias lecturas.

UNA FORMA DE VER EL MUNDO

Y los lectores se las ofrecen: aseguran que la portada es muy acertada porque ese plano de detalle de un 'antonello de messina' muestra un ojo y una nariz rampantes y estos cuentos se mueven a partir del juego de miradas. Cabré, a quien le ha costado digerir la imagen de la tapa, recoge el comentario como si aquello no lo hubiera escrito él, pero admite haberlo pensado: "Sí, la mirada es esencial, porque un cuento es una mirada y una mirada es una forma de ver el mundo". Otros comentarios van un punto más allá, como el hecho fortuito de que en un cuento ('Punt de fuga') los duendes de la impresión se hayan olvidado del punto final. "No ha sido adrede, pero es verdad que le da al relato toda una intención. Es genial", dice divertido.

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Son 13 cuentos, una cifra nada inocente, y más tratándose de un libro en el que nadie muere de muerte natural. ¿Era consciente? De nuevo un "no" rotundo. Tampoco sabe por qué una idea o una imagen desencadena una historia que acaba siendo una novela o un cuento. "Hay veces en que el arranque de una narración me interesa mucho, y ese interés no sabes de dónde viene, pero no te lo preguntas de una manera racional porque no tiene una respuesta racional, sino que, moviéndote en las intuiciones, funciona. Por esas mismas motivaciones acaba encarnándose en una novela o en un cuento".

UN AIRE DE FAMILIA

Su método queda quizá mejor explicado en el epílogo, en el que muestra una aproximación a su cocina. Ahí explica cómo ha cambiado su forma de concebir los libros de cuentos. De joven discutió sobre el tema con el novelista Vicenç Riera Llorca, que defendía que todos los relatos de un libro debían tener un vínculo, una atmósfera, una relación no necesariamente argumental. Cabré entonces pensaba que sencillamente se trataba de seleccionar los mejores. "Con el tiempo me he dado cuenta de que Riera tenía razón. Así que para mí ahora un libro de cuentos tiene algo de prenovela; todos los relatos deben tener un cierto aire de familia".

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Aquí se cumple. Y también hay pasadizos secretos entre las historias. Uno de los lectores aventura que si el primer cuento se abre con un padre que lleva a su hijo al colegio diciéndole que “los hombres no lloran”, el último concluye con un hombre que lleva a su padre a una residencia endosándole el mismo lema. Nueva sorpresa de Cabré, que, naturalmente, sí tenía en cuenta la repetición de la frase, pero no había reparado en la simetría de las relaciones padre-hijo.

CONVERSACIÓN ÍNTIMA

La tarea de reunir los 13 cuentos -con temáticas tan dispares como los recuerdos bélicos de un anciano enfrentados a un presente hostil, la amenaza de un autor a un editor, un personaje que desea vivir en un bucólico cuadro de Millet (Jean-François, por supuesto), la visita inoportuna a un autor candidato al Nobel-, se ha producido a lo largo de unos cinco años, con el añadido de dos cuentos que son anteriores. El requisito era que los relatos conversaran unos con otros y al final el autor, desestimó algunos y creó otros que le exigía la dinámica del libro, un conjunto en el que conviven historias de pocas páginas con otras que son casi novelas cortas. "El lector puede leerlas como quiera, pero yo les he impuesto un orden que tiene su porqué".

Y como siempre cuando se le pregunta en qué está, aplica esa muletilla con la que se defiende de las prisas y los apuros. "Escribo, siempre escribo...". Es una vaguedad que no acepta ecografías aceleradas. Pero hay unas líneas en el posfacio que le delatan: "Normalmente estoy embarcado en una novela, en una especie de viaje que no sé cuánto durará". Los cuentos son una pausa en ese viaje. Así que no es descabellado imaginar que lo que tiene entre manos Cabré es una nueva novela que vuelva a dejar a todos con la boca abierta.