CONSTELACIÓN DE ESTRELLAS

Un improbable 'amor fou'

El director Benoit Jacquot reúne a Catherine Deneuve, Charlotte Gainsbourg y Chiara Mastroianni en el intenso pero tramposo triángulo amoroso de '3 coeurs'

Catherine Deneuve y su hija Chiara Mastroianni.

Catherine Deneuve y su hija Chiara Mastroianni.

N. S.
VENECIA

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La pasión amorosa desmesurada, o en concreto eso que los franceses conocen como amour fou, es un sentimiento tan irracional que a la hora de centrar una película en él resulta muy difícil retratarlo de forma verosímil. En realidad, probablemente sea imposible, y eso explica que las convenciones del melodrama sean particularmente laxas en lo que respecta a la lógica narrativa -mejor dicho, a la falta de ella-. En todo caso, ese razonamiento no es suficiente para justificar las licencias que se toma el cineasta francés Benoit Jacquot en 3 coeurs, presentada ayer en la competición de la Mostra con presencia de divas del país vecino como Catherine Deneuve, Charlotte Gainsbourg y Chiara Mastroianni.

La película se apoya sobre un triángulo amoroso de manual, lleno de flechazos, lágrimas espontáneas, deseos irrefrenables y decisiones autodestructivas. Hombre (Benoit Poelvoorde) y Mujer 1 (Gainsbourg) se conocen e inmediatamente se enamoran; prometen encontrarse al día siguiente pero la fatalidad se interpone y ella se ve obligada a mudarse con su pareja a Estados Unidos. Posteriormente Hombre conoce a Mujer 2 (Mastroianni), hermana de Mujer 1, y se enamoran, tanto que poco después deciden irse a vivir juntos. Es solo cuestión de tiempo que Mujer 1 reaparezca en escena, y que entonces las toxinas del amor a tres bandas envenenen de forma irreparable a sus protagonistas, mientras la matriarca (Deneuve) lo contempla todo con callada resignación.

Mientras escenifica el enredo, Jacquot logra una intensidad dramática patente pero, decíamos, los trucos narrativos que utiliza para ello son tan burdos que acercan la película al terreno de la comedia involuntaria. Aviones sufren convenientes retrasos, fotos familiares pasan inexplicablemente desapercibidas. Jacquot hace cuantas trampas sean necesarias para hacer que la tensión aumente, y la más flagrante de ellas es explicar el misterio sobre el que toda la película se sustenta: ¿qué podrían ver dos mujeres como Gainsbourg y Mastroianni en un hombre como Poelvoorde?