ÚLTIMOS TRABAJOS DE LA PREMIO NACIONAL DE ILUSTRACIÓN

Las turbadoras brumas de Ana Juan

La infalible ilustradora cierra un año intenso, con obras inquietantes y oscuras como 'Circus', 'Elisa en el corazón del laberinto' y 'El hombre del traje negro'

Ilustración de Ana Juan para 'Elisa en el corazón del laberinto', con texto de Sébastien Perez.

Ilustración de Ana Juan para 'Elisa en el corazón del laberinto', con texto de Sébastien Perez. / periodico

Anna Abella

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Mundos oscuros y misterioros, atmósferas que bordean lo gótico, un universo donde se difumina la frontera entre lo real y lo onírico. Por él transitan presencias diabólicas y amenazantes que protagonizan historias inquietantes y turbadoras. Es lo que transmiten ‘Elisa en el corazón del laberinto’ (con texto de Sébastien Perez), ‘Circus’ y ‘El hombre del traje negro’ (premiado relato de Stephen King), los tres últimos cautivadores trabajos de una nada oscura ni extraña Ana Juan (Valencia, 1961), Premio Nacional de Ilustración 2010, que acaba de cerrar un año intenso con exposición interactiva y de realidad virtual incluida (en el museo Abc de Madrid). “Me gustan más las brumas que el sol, las sombras que las luces, porque ahí está el misterio y dan más espacio a la ambigüedad para que el lector pueda hacer su propia lectura”, cuenta por teléfono esta infalible ilustradora, que en su dilatada carrera ya ha realizado hasta 24 de las cotizadas portadas para la revista ‘The New Yorker’

Siempre con “la ambición de desarrollar un lenguaje personal donde imagen y texto se complementen y vayan de la mano para contar una historia”, continúa Ana Juan en la línea adulta y sombría de títulos anteriores, como ‘Demeter’ (basado en los cuadernos de bitácora del bergantín que transportaba desde Transilvania el ataúd del conde Drácula) o ‘Snowhite’ (una negrísima y descarnada interpretación de ‘Blancanieves’). “Creo que vivimos en duermevela. Que vivimos en la realidad pero al mismo tiempo en otra realidad paralela que es la propia de cada uno. En una visión propia del  mundo mucho más rica. No me gusta quedarme en el mundo que nos rodea sino ir más allá y encontrar otras lecturas”.   

Denuncia y mitos

Publicado en las cuidadísimas ediciones del sello Contempla de Edelvives poco antes de navidades, ‘Elisa en el corazón del laberinto’ es el resultado de su colaboración con el francés Sébastien Perez (quien ha firmado obras junto a Benjamin Lacombe como ‘Frida’, ‘Genealogía de una bruja’ y ‘El herbario de las hadas’). Ana Juan imprimió a la obra un enfoque “más universal”, que aportaba “una denuncia a las tradiciones que fuerzan y maltratan a las mujeres” en una historia sobre una niña que acaba de perder a su abuela y a la que sus padres obligan a casarse con un hombre mayor. 

En ella hay claras referencias, por una parte, a ‘Alicia en el país de las maravillas’, de Lewis Carroll, porque “el niño se enfrenta sin ayuda a un mundo cruel, de adultos”; por otra, al mito del laberinto, pues “es la búsqueda de la identidad, de tu camino para encontrar tu lugar en el mundo”, y por último, al “vampirismo”, en la figura de una cantante de ópera que recuerda a la sangrienta condesa Báthory, “que denuncia cómo la sociedad nos empuja a todo para mantener la juventud y a utilizar a los demás para los propios fines”.     

"Buscar entre líneas"

Las imágenes de Ana Juan nunca son simples adaptaciones o visiones de lo que cuentan los textos que acompañan, sean suyos o de otros autores. “Como ilustradora debo ir más allá, aportar mi punto de vista, buscar entre líneas, plasmar los silencios que están en el texto, lo que el autor imaginó pero no escribió y sin embargo está ahí”. 

Eso es algo que sorprendió al maestro del terror y suspense Stephen King, quien solo en dos ocasiones había dado permiso para que se ilustraran historias suyas, pero no dudó en aceptar al ver las primeras láminas que la valenciana le envió para ‘El hombre del traje negro’ (Nórdica).

Sin embargo, al ver el trabajo terminado le sorprendió mucho que en ninguna de las imágenes apareciera el personaje que da título al relato ni tampoco la escena principal sobre la que pivota -su demoniaco encuentro con el niño protagonista-. El novelista le pidió por ‘mail’ que le explicara por qué y ella se lo ganó con la respuesta. “Eso habría sido lo más fácil. Al no hacerlo dejaba en el aire si el niño había vivido ese episodio o lo había soñado, para que fuera la fantasía del lector el que eligiera el final”.

Del libro, que incluye el cuento de Nathaniel Hawthorne ‘El joven Goodman Brown’ en el que se inspiró el propio King, Nórdica ha lanzado dos ediciones, la segunda, por voluntad de la autora, con un formato más lujoso y que lo asimila en el diseño a una Biblia, con bordes dorados. “Es como metailustración, rompe los límites físicos del libro. La Iglesia forma parte de la historia, su madre la rechaza por la muerte absurda de su hermano y la Biblia es como un amuleto para el niño”, argumenta.   

Maestra del carboncillo

En estas brumosas historias, Ana Juan se ha ido despojando del color para convertirse en una maestra del carboncillo, “contando lo máximo con los mínimos elementos” y sublimando el negro del lápiz con sutiles y estratégicos toques acuarelados, a menudo en rojo. El más oscuro del año, en todos los aspectos, es sin duda ‘Circus’ (Contempla), donde ya desde el tacto de la portada, de tela rugosa que evoca una telaraña, el lector teme quedar tan atrapado, como las dos niñas protagonistas, en las las tinieblas que se ocultan tras un sórdido y tenebroso circo. “Es una pequeña fábula sin palabras sobre la muerte. Me obsesiona la facilidad con que pasamos de la vida a la muerte, cómo de repente y sin preámbulos podemos morir”. Inquietante, como las imágenes que sus obras dejan en la retina.