CRÓNICA

La huella de Marriner revive en el Palau

La Orquestra de Cadaqués y un virtuoso Agustin Hadelich brillan en el concierto inaugural de BCNClàssics

orquestra de cadaques al palau de la musica

orquestra de cadaques al palau de la musica / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El espiritu de sir Neville Marriner, fallecido el pasado día 2 a los 92 años, sobrevoló el homenaje a su memoria en la inauguración de la temporada de BCN Clàssics, la noche del miércoles, en el Palau de la Música. Jaime Martín, discípulo del maestro y titular de la Orquestra de Cadaqués, de la que el inglés fue director honorario dejando la huella de su paso en 96 conciertos repartidos a lo largo de los últimos 25 años, desplegó desde el podio la energía y expresividad precisas. Cuidó hasta el último detalle en el gesto para defender el programa elegido por el maestro para protagonizar personalmente la gira iniciada.

Los resultados no pudieron ser mejores, aunque la emoción se plasmara de forma especial a la hora de las propinas, en las que la orquesta decidió interpretar con renovada implicación e intensidad los bises que más le gustaban a Marriner: la obertura de 'Le nozze de Fígaro' y un fragmento de 'Rosamunda' de Schubert. Un sensible Martín recordó la trayectoria del ilustre músico con la orquesta y la influencia que había tenido para crear un sello distintivo que es el que la mantiene entre las mejores del país 28 años después de su fundación.

MISIÓN CUMPLIDA

El director destacó que se había cumplido una de las ilusiones de Marriner: conseguir que la orquesta tuviera protagonismo en Barcelona abriendo un ciclo como el de BCN Clàssics, donde volverá a actuar. La formación, integrada por la mitad de la plantilla fundacional y enriquecida por solistas de otras prestigiosas agrupaciones nacionales e internacionales, es uno de los pilares de la programación y su buena actuación en esta cita de apertura no hace más que añadir nutriente a sus expectativas.

Después de recrear la obertura del ballet 'Alphonse et Léonore ou l’amant peintre', de Ferran Sor, la orquesta se enfrentó al reto de ensamblarse con Augustin Hadelich en el emblemático 'Concierto para violín y orquesta' de Mendelssohn. El discurso de este violinista italiano de 32 años y reciente ganador de un Grammy al mejor solista, caló desde el primer instante. Seguro, preciso y dominador de una partitura que visitan todos los grandes intérpretes, el solista viajó junto a la orquesta por la bravura inicial del 'Allegro' hasta llegar a los vertiginosos cromatismos y los cambios rítmicos de una 'cadenza' que le exigió rápidos rebotes con el arco. Una espectacular propina con el 'Caprice num. 21' de Paganini remató su aclamada actuación.

La 'Sinfonía número 2' de Beethoven puso a prueba el estado de forma de la formación, que mostró un gran equilibrio durante los cuatro movimientos de esta obra que compuso en la treintena, adaptándose a las exigencias rítmicas y dinámicas, particularmente en el 'scherzo', de la obra.

TEMAS