TEATRO

La historia radical de 'Gang bang' dispara la polémica en el TNC

Una escena de la obra, situada en un bar de contactos llamado La Llum, lleno de personajes tristes y solitarios.

Una escena de la obra, situada en un bar de contactos llamado La Llum, lleno de personajes tristes y solitarios.

JOSÉ CARLOS SORRIBES
BARCELONA

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Gang bang es un término que, propio del argot homosexual y del de la pornografía, define una violación en grupo con el consentimiento del violado. También es el título, con el subtítulo añadido de Obert fins a l'hora de l'Àngelus, de la pieza que más polémica ha generado, antes de estrenarse, de la temporada teatral. Cigarrillos de Hair al margen. Se presentó ayer en el TNC, con una expectación que no la tuvo Agost en su día, y se estrenará este jueves en la Sala Tallers.

La obra que firma y dirige Josep Maria Miró (Vic, 1977) tiene un gancho argumental explosivo. Se desarrolla la vigilia de una visita del Papa a Barcelona en un bar de contactos, que no prostíbulo, mucho más concurrido de lo habitual. Y entre sus visitantes no falta una catequista drogada. O un joven que acaba de cumplir 18 años y se regala un gang bang, al ofrecer su cuerpo a todos los que deseen poseerlo. O un padre despistado que busca a un hijo al que lleva dos años sin ver.

Prácticamente desde el día en que que el director artístico del TNC, Sergi Belbel, anunció esta obra del proyecto T-6 de apoyo a nuevos dramaturgos empezaron a oírse voces de protesta. Al frente ha estado una activa campaña de la plataforma E-Cristians, al entender que se hacía con dinero público «una ofensa grave y oportunista a los católicos». La queja se ha hecho de oídas, sin haber visto la obra de Miró, que solo coincide con Josep Miró i Ardèvol, exconseller de CiU y cabeza visible del colectivo cristiano, en su apellido.

FALTA DE COMPROMISO / El Miró del teatro defiende que ese entorno de un bar de contactos, con tipos solitarios y tristes, le permite hablar de lo que le interesa: la decadencia de los valores en el mundo occidental, y no de sexo o del Papa. «No hay compromiso ni ideológico, ni sexual, ni humano. Estamos en una sociedad de individuos alienados», sentencia.

El autor justifica el hecho de situar la obra durante una visita del Papa porque le sirve como «vehículo» para hablar de este mundo en crisis. «Es una gran acontecimiento relacionado con los valores de esta sociedad, muy vinculados a la moral católica». Sobre la controversia generada lamenta que haya llegado sin conocer ni el texto ni su adaptación. «La polémica es una demostración de notable imaginación. Si alguien piensa que se puede sentir ofendido que no venga a ver la obra. Me transporta a un tiempo que no conocí», dice un autor nacido en 1977.

Tan defensor de la obra como Miró lo es, cómo no, Sergi Belbel, quien niega que se pueda comparar la pieza con lo que supuso la crítica de Teledeum, de Els Joglars, en los 80. «Más bien hay un universo poético comparable al de Lluïsa Cunillé». Belbel desveló ayer que recibió una llamada «muy cordial y amable» del conseller Ferran Mascarell ante la polémica generada. «Le informé sobre la obra y aquí acabó todo». También fue tajante el director del TNC en su defensa de la libertad creativa. «No hay nada ofensivo. ¿Quién es el director de un centro público para limitar la libertad de sus creadores? Dimitiría si tuviera que hacerlo».