Hidrogenesse: «Queremos invocar cosas del pasado, hacer abracadabra»

El dúo catalán formado por Carlos Ballesteros (voz) y Genís Segarra (instrumentos) presenta este viernes en La 2 de Apolo (22.30 horas) su quinto disco. 'Roma' invoca a sus héroes mediante sintetizadores antiguos y una muy particular concepción del tiempo.

-Hace dos años confesaban tener miedo a desaparecer. ¿Por qué?

-Genís Segarra: Ser artista es algo muy precario y genera muchos miedos. Es tan frágil lo que haces y hay tanta avalancha de información, de música y grupos que a veces da miedo ser sepultado. Es difícil existir.

-Carlos Ballesteros: Ese miedo viene de dedicarse a una cosa tan innecesaria como hacer canciones. Porque a la vez que tú haces una canción se producen 800 más cada minuto.

- El pianista Carles Santos decía que aún no tenía claro cuál era el encaje del artista en la sociedad. ¿Cuál es?

-C. B.: Tenemos claro que nosotros estamos en el apartado del entretenimiento. Podemos hacer otras cosas, pero si nos llaman de Algeciras es para entretener a unas personas.

-G. S.: Somos muy realistas y prácticos. Nuestro encaje en la sociedad no es nada problemático. Intentamos que cada disco, cada canción y cada frase de esa canción tengan sentido en sí mismo. Y así, quizá tendrá sentido globalmente y en abstracto que existamos en el mundo.

-¿Qué debe tener una situación, un personaje o un objeto para motivar una canción de Hidrogenesse?-G. S: Hay temas buenísimos pero no se nos ocurre cómo convertir en canción y temas absurdos en los que damos con una manera de convertirlo en una canción graciosa. Lo que hace que valga la pena una canción es encontrar la manera de hacerla.

-¿Algún ejemplo de algo que merecería una canción y no ha llegado?

-G. S.: Quien merece más canciones en este planeta es mi gato, Abuelo, pero no se nos ocurriría hacerle una. No tendría relevancia artística.

-El paso del tiempo, la subsistencia, es un tema recurrente en 'Roma'.

-G. S.: Varias canciones hablan de sobrevivir. En la primera incluso gritamos: «¡Ellos sobrevivirán!». Es un poco eso de quien ríe último ríe mejor. Ese orgullo del perdedor nos divierten. Está muy bien tener un grupo para poder gritar este tipo de cosas.

-Ya es tradición que sus letras jueguen con el calendario. Pasó en 'Así se baila el siglo XX', en '1987'... -G. S.: El sujeto de una canción no tiene por qué ser una persona, puede ser un año. ¡O un día! Nos gusta jugar con el paso del tiempo. A los dos nos gustan las cosas antiguas y somos muy fans del paso del tiempo. Hay gente a la que le parece muy mal que un grupo lleve diez años en activo; es anti-joven. A nosotros nos gusta porque nos dan pereza las modas. A la tercera vez que nos llamaron para hacer conciertos para niños, dijimos: ¡vamos a cantar a los viejos!

-¿Tanta alergía tienen a los niños?

-C. B.: No, pero es otra moda.

-G. S.: ¡Los niños no quieren esas canciones! Y ahí está el germen de 'Elizabeth Taylor', 'A los viejos'... -C. B.: Y ahora hay la moda de las canciones de ensaladas o de cocina.

-G. S.: Ahora en la tele y en los periódicos todo es gastronomía. Si me diese un ataque de rabia, haríamos un disco para destruir la esferificación, el foie, el gastrobar, los maridajes...

-¿Tenéis incluso desinterés en hacer canciones sobre el presente?

-G. S.: Hablar del pasado puede ser un modo de hablar del presente de forma crítica. En 'Siglo XIX' imaginamos cómo la gente confiaba en la igualdad de sexos, la abolición de la esclavitud, el progreso de las máquinas... Todo estaba planeado para que el XIX fuera un buen siglo. Es como decir: «Sí se puede», pero igual no sucede. Porque nunca sale nada bien.

-En la canción que despide en disco, 'Aquí y ahora', aparecen Álvaro Pombo, Gainsbourg, Flaubert...

-C. B.: En 'El árbol' (del disco 'Animalitos') estábamos rodeados de las cosas que nos gustaban. Y la melodía con la que acababa esa canción es la melodía con la que empieza esta.

-G. S.: Allí decíamos: vamos a enterrar todo lo que nos gusta. Esta canción es al revés: es como estar en un sitio en el que revivir todas las cosas del pasado que nos gustan y acercar cosas que están muy lejos. Intentamos hacer abracadabra, invocarlas.