BICENTENARIO DE LA MUERTE DE UN ESCRITOR CONTROVERTIDO

La herencia de Sade

'La rueda de la fortuna', de Edward Burne-Jones.

'La rueda de la fortuna', de Edward Burne-Jones.

EVA CANTÓN / PARÍS

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El rastro de Donatien Alphonse François (1740-1814), marqués de Sade, se adivina incluso antes de que el surrealismo de Erns Bellmer, André Masson o Man Ray hiciera del deseo un gran inventor de formas. Goya, Delacroix, Rodin, Ingres, Degas, Cézanne o Picasso se habían encargado ya de liberar el imaginario sexual, la brutalidad de la pulsión, la violencia. La influencia del divino marqués está ampliamente recogida en la literatura -de Baudelaire a Flaubert o Apollinaire-, pero ¿qué ha pasado en las artes plásticas?

Una respuesta posible es la que ofrece Sade, attaquer le soleilaprovecha el bicentenario de la muerte del escritor maldito para ahondar en una línea audaz: explorar temas hasta ahora desatendidos e incluso despreciados. Lo hizo en el 2010 con Crimen y castigo, indagando en la fascinación del arte por el asesinato, y luego, en el 2013, con El ángel de lo extraño, una síntesis del romanticismo negro en las artes visuales europeas.

La propuesta actual trata de rastrear la huella del pensamiento sadiano en géneros como la pintura, la escultura, la fotografía y el cine. «Sade no inventa nada. Todo de lo que habla estaba ya ahí», dice Annie Le Brun, filósofa y prologuista de la primera edición de las obras completas de Sade que ha ejercido de comisaria de la muestra. El itinerario, denso, abarca siete salas y está pautado por citas de la obra del marqués que dialogan con las obras expuestas. Así, se comprueba que la pintura del siglo XIX está impregnada de la tormentosa violencia del deseo, como en Escena de guerra en la edad media, en la que un joven Degas usa el pretexto de la historia para dar rienda suelta a un mero acto de caza de mujeres.

«El gran descubrimiento de Sade es haber visto que todo tiene su origen en la energía de la pulsión», añade Le Brun. Una pulsión violenta presente en la cólera de la Medea furiosa pintada por Delacroix y en el Rapto de las Sabinas realizado por Picasso. Un deseo que, en la filosofía de Sade, es difícilmente representable salvo si se somete al cuerpo a un tormentoso sufrimiento, como refleja en La muñeca el surrealista Bellmer.

Nuevas claves de lectura

Con la sombra de la leyenda del aristócrata libertino, la exposición repasa la representación de la sexualidad humana durante dos siglos. La obra de Sade da así una nueva clave de lectura a través de los temas como la ferocidad, la religión, el placer, la anatomía del cuerpo...

Además de la iniciativa del Museo de Orsay, a los actos del bicentenario de la muerte del escritor se ha unido la prestigiosa editorial La Pléiade reeditando en un sólo volumen Ciento veinte días de Sodoma, Justine o los infortunios de la virtud y Ciento veinte días de Sodoma, Justine o los infortunios de la virtud La filosofía en el tocadorMichel Delon, encargado del prefacio señala que, tras años de lucha contra la censura, la obra de Sade se ha librado al fin de la polémica y se ha incorporado al mundo de la literatura francesa. Rehabilitado pues quien trastornó la historia de la literatura y de las artes al poner en tela de juicio de forma radical las cuestiones del límite y despojar la mirada de todos sus presupuestos religiosos, ideológicos, morales y sociales.

«Si estuvo en prisión durante 28 años de su vida fue porque desarrolló una filosofía que se oponía a las convenciones de la época», sostiene por su parte Noëlle Châtelet, autora de Entrevista con el Marqués de Sade (Plon, 2011).