El Heliogàbal cancela sus conciertos por temor a las multas de la Guàrdia Urbana

El bar se enfrenta a dos sanciones cuyo importe total puede llegar a los 100.000 euros

Heliogabal

Heliogabal / periodico

NANDO CRUZ / BARCELONA

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El serial del Heliogàbal vive esta semana su capítulo de máxima tensión. El local de Gràcia, un emblema del agónico circuito de espacios de pequeño formato para la música en vivo de Barcelona, tuvo que cancelar el sábado el concierto de los ingleses Crushed Beaks. Las actuaciones de Joan Garriga del día 27 y 28, parte de los actos del vigésimo aniversario de la sala y para las que hace semanas ya que se agotaron las entradas, también han sido aplazadas preventivamente. Y todo, por miedo a una nueva inspección de la Guàrdia Urbana.

En menos de un mes el bar ha sido objeto de cinco inspecciones. Dos de ellas, la noche de fin de año y el 3 de enero, acabaron con sanciones muy graves por exceso de aforo. Aunque los días más concurridos se pueden reunir algo más de cien personas, el aforo legal del Heliogàbal es de 49 porque su licencia es de bar-cafetería; es su condición paralela de asociación cultural la que les permite organizar conciertos. Las sanciones también hacían constar que en el bar había gente bailando. Sí, con la ley en la mano, está prohibido bailar en un local que no tenga una pista de baile.

El distrito de Gràcia siempre ha sido tolerante con la actividad del Heliogàbal. De hecho, la decisión de inspeccionar y sancionar el bar no proviene del distrito sino de la propia Guàrdia Urbana, que lo encuadra dentro de sus inspecciones rutinarias. Sin embargo, si en el Heliogàbal no hay salida de emergencia es porque no se le permite hacer obras y si no tiene un aforo más razonable es porque se le niega una y otra vez la licencia de bar musical pese a ser uno de los locales con más actividad de la ciudad.

REUNIÓN ENTRE EL DISTRITO Y LA SALA

El pasado viernes hubo una reunión entre el distrito y la sala para buscar una solución provisional al acoso de la Guàrdia Urbana. El acuerdo existe e implica realizar un estudio acústico y de seguridad que, una vez aprobado, ya les permitirá celebrar conciertos solicitando antes un permiso extraordinario. Sí, un local que ya ha organizado unos 4.000 conciertos deberá pedir un permiso especial cada noche que programe música en vivo.

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En la reunión del viernes, Miquel Cabal, director adjunto del local, supo también que las dos sanciones que ha recibido el Heliogàbal son de entre 15 y 50.000 euros cada una. La cifra es inasumible por este diminuto negocio, pero una nueva sanción sería letal. Ante la imposibilidad de obtener un compromiso por parte del distrito de que la Urbana no haría una nueva inspección que pudiera provocar incluso el cierre del local y ante el temor de otra multa, el concierto de Crushed Beaks se trasladó  a la sala Be Cool, otro local que, por cierto, también ha sufrido varios cierres.

Por otra parte, el Heliogàbal teme ahora un enfrentamiento judicial con un vecino que se instaló en el barrio hace tres años, 17 después de que el bar abriese sus puertas. Este otro frente pudiera erosionar aún más la frágil situación del Heliogàbal. El futuro del local, y el de tantos otros interesados en programar música en vivo en Barcelona, seguirá en la cuerda floja mientras el consistorio no elabore una ordenanza municipal con una normativa clara y favorable a la actividad de este tipo de espacios.

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