RECUERDO DE UN AUTOR ESENCIAL

Hammett en la memoria

Hoy se cumple medio siglo de la muerte en Nueva York del autor de 'El halcón maltés', que con sus novelas reinventó el género negro inundándolo de brutal realismo

Dashiell Hammett.

Dashiell Hammett.

ANNA ABELLA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

De su pluma nació en 1930 Sam Spade, prototipo del antihéroe detectivesco, cuya imagen resta imborrable e inseparable de la de un Humphrey Bogart duro, irónico, cínico y rudo, y con un inseparable cigarrillo en los labios, en 'El halcón maltés', la magistral y fiel adaptación cinematográfica de la novela, legada por John Huston en 1941. Y la mano que sostenía esa pluma reinventó el género negro, que hasta entonces habían nutrido monstruos victorianos como Arthur Conan Doyle o Agata Christie. Hoy hace 50 años que un cáncer de pulmón doblegó en Nueva York al incorruptible Dashiell Hammett (1894-1961), que prefirió ir a la cárcel que delatar a sus amigos comunistas ante el Comité de Actividades Antiamericanas, en plena caza de brujas del senador McCarthy.

OBRA ESCASA

Con una obra escasa -cinco novelas y un puñado de relatos-, pero brillante, le bastó para darle la vuelta al género policiaco a base de diálogos ágiles, rápidos y contundentes y de situaciones surgidas de la realidad de las calles en las que se crió, teñidas de violencia y corrupción política, que sacaron a la luz la sordidez, las miserias y el desencanto de la sociedad estadounidense.

Apegado toda su vida a la nicotina, el alcohol y las mujeres -como su álter ego Sam Spade-, y con el estigma de la tuberculosis a cuestas, Hammett sabía bien de qué escribía. Tras dejar la escuela y ponerse a trabajar con 13 años acabó de detective privado con 21 en la prestigiosa agencia Pinkerton de Baltimore.

Allí se nutrió a expuertas de experiencia criminal y mamó el oficio de su mentor, James Wright, quien marcó tanto a Hammett que le inspiró a su famoso agente de la Continental, protagonista innominado de muchos de sus relatos y dos de sus novelas, 'Cosecha roja' y 'La maldición de los Dain', de 1929, con las que la fama literaria no se hizo esperar.

Antes de eso, sin embargo, y a pesar de su mala salud, no dudó en alistarse en el Ejército durante la primera guerra mundial y, años más tarde, en la segunda, aunque, el alcoholismo y la tuberculosis le relegaron a tareas de redacción.

El éxito de 'Cosecha roja' y 'La maldición de los Dain' abonó el terreno para la gran acogida de 'El halcón maltés', hoy todo un clásico que hace un año, en su 80° aniversario, recibió un homenaje de Joe Gores en forma de novela: 'Spade&Archer' (Ediciones B), donde este superó con creces el reto de dar un pasado a los personajes de Hammett.

SU OBRA MAESTRA

Sin embargo, para muchos su verdadera obra maestra fue 'La llave de cristal' (1932), una descarnada disección de la política norteamericana, protagonizada por Ned Beaumont, un guardaespaldas que chapotea en los bajos fondos investigando un homicidio en plena lucha electoral.

Luego llegaría 'El hombre delgado' (1934) y una sequía creativa que lo acompañó hasta una muerte que no pudo acabar con el halcón.