LA ESCENA MULTICULTURAL

De Guinea a Sabadell

La cantante Nakany Kanté muestra el pop mandinga de su vitalista primer disco, 'Saramaya', junto a su banda este sábado en Jamboree

Nakany Kanté, fotografiada esta semana en Barcelona.

Nakany Kanté, fotografiada esta semana en Barcelona.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Nakany Kanté tenía inquietudes musicales en su país de origen, la República de Guinea (también conocida como Guinea-Conakry), pero ha sido en Catalunya donde las ha desarrollado y ha publicado su primer disco, Saramaya. Un trabajo de pop mandinga vitalista y a la vez reflexivo, que este sábado muestra en Jamboree (21.00 horas) arropada por un grupo mutinacional, que incluye músicos de Mali, Burkina Faso, Senegal, Argentina y España.

Saramaya significa éxito en la lengua malinké, una idea que, dice ella, tiene en África un sentido diferente al que damos en Europa. «Para nosotros, el éxito no es la fama, que todo el mundo te adore, sino conseguir lo que te propones, seguir tu camino trabajando día a día», explica Nakany Kanté, que tiene 23 años y se instaló en Sabadell hace seis, tras casarse en Guinea con un catalán.

Origen con pedigrí

Procede de la localidad de Siguiri, al norte de su país, cerca de la frontera con Mali, una ciudad que describe como «próspera» gracias a sus minas de oro, y de donde han salido numerosos cantantes y musicos guineanos, entre ellos Sekouba Bambino, solista del histórico grupo, pionero del afropop surgido en los años 60, Bembeya Jazz National.

Los discos de ese cantante, y los de figuras de la música mandinga como los malineses Oumou Sangaré y Salif Keita, o su compatriota Djeli Kani Fanta, formaron parte de su educación musical («sobre todo a través de cassettes»), que se mantuvo impermeable al pop occidental hasta que se trasladó a la capital, Conakry y, más tarde, a Barcelona. Su música exhibe sus raíces con naturalidad, si bien mezcla instrumentos tradicionales (n'goni, balafón, calabaza) con guitarras y bajos eléctricos. «Creo que hago pop, aunque me gusta ser fiel a los orígenes. Pero si quisiera hacer música tradicional la haría muy tradicional, utilizando solo instrumentos acústicos del folclore», argumenta.

En sus canciones se aprecia a una Nakany Kanté emocionalmente ligada a los problemas de su país. «Hablo del sufrimiento de las mujeres, y las animo a que se levanten, de los cazadores y pescadores que ayudaron cuando hubo guerra, y de la gente que lucha por sus objetivos», señala Nakany, cuya música comunica pese a la barrera idiomática. «Aunque no se entienda la letra, trato de transmitir».