DRAMA

De grietas y soledades En un patio de París

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Pierre Salvadori

En un patio de París es una película a la que le cuesta mucho arrancar, indefinida entre géneros y entre personajes. Y cuando empieza a encontrar su tono justo, más cerca del drama pero tratado sin severidad, es cuando termina. Es por ello un filme insatisfactorio, que propone y desperdiga cosas interesantes que no acaban de consumarse o bien se escapan por las rendijas finales del relato.

Lo mejor reside en el encuentro actoral entre Catherine Denueve, excelente en su papel de mujer jubilada y obsesionada con una grieta que aparece en su casa hasta el punto de organizar una verdadera revolución en el vecindario, y Gustave de Kervern, un actor de aspecto a veces patético que destaca, sobre todo, como director de algunos de los filmes franceces más bárbaros de la última década, como Louise--Michel y Mammuth, ambos codirigidos con Benoît Delépine.

De Kervern encarna a un hombre maduro y descuidado que, sin razón aparente, empieza a deambular por las calles de París hasta encontrar trabajo como portero en la finca en la que vive Deneuve. Lejos de centrarse en la relación entre estos dos personajes bien trabajados desde el guion y mejor en la interpretación, la película de Pierre Salvadori quiere convertirse también en una pincelada entre costumbrista, sarcástica y amarga de las gentes de un inmueble parisino, sus manías y locuras, a las que se añaden personajes estrambóticos como el representante de libros de una secta y un vendedor de bicicletas

de segunda

mano. Demasiados palos que tocar QUIM CASAS