Fira Mediterrània de Manresa

La 'gralla' se rejuvenece

3Inxa Impro Quartet y Els Laietans renuevan el instrumento tradicional

Inxa Impro Quartet, esta noche actúa en la Fira Mediterrània de Manresa.

Inxa Impro Quartet, esta noche actúa en la Fira Mediterrània de Manresa.

JORDI BIANCIOTTO / Barcelona

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La gralla, ese instrumento de viento, hecho de madera, vinculado a la música tradicional y el entorno casteller, se ha sacudido algunas capas de polvo y aparece rejuvenecido y en marcos inesperados: grupos de músicos veinteañeros que la empuñan para dar vida a repertorios de fusión jazzística o versiones de Gangnam style. Una revolución que se manifiesta a partir de hoy en la Fira Mediterrània, donde actuarán dos de los grupos más destacados de esa escena en auge, Inxa Impro Quartet (esta noche) y Els Laietans (domingo).

Ambas formaciones, a las que podemos añadir otras como Canya d'Or y Els Berros de la Cort, así como los veteranos Els Vernets, representan maneras distintas de renovar la gralla. Inxa Impro Quartet adapta en su primer disco, All that trad, piezas tradicionales y de autores contemporáneos (como Marcel Casellas y Perepau Jiménez), e incluye improvisaciones de corte jazzístico que miran de reojo el progresismo de los 70.

«La Dharma, la Orquestra Mirasol y Música Urbana eran revolucionarios, ¡más que nosotros!», estima su virtuoso graller, Manu Sabaté, de 24 años, que estudió el instrumento en la Esmuc, en grado superior, y cursa ahora un máster de músicas del mundo en Finlandia. Barcelonés con raíces en Reus, accedió a la gralla a los 11 años por la vía castellera. «Iba para enxaneta, pero me daba miedo», admite. La inxa es la caña de la gralla. «También jugamos con la palabra hincha, porque nuestra actitud es un poco hooligan», avisa.

Para Els Laietans, lo más importante es la conexión popular y la integración de la gralla en el imaginario cultural de masas, poniendo al día la labor de los instrumentistas de hace un siglo, que adaptaban las canciones del momento. Eso incluye atacar desde éxitos comerciales como Waka waka, de Shakira (que les puso en el mapa: 64.000 visionados en Youtube), hasta piezas de La Trinca o la habanera de Carmen, de Bizet. «Tocamos un repertorio pop con gralla. Pop, de popular. Canciones que cualquier persona de cualquier edad puede reconocer y silbar», explica Pol Ducable, uno de los tres grallers del grupo, de 28 años, activista del instrumento y programador del monográfico que le dedicará la próxima edición de Tradicionàrius, en marzo. Su disco Festa major incluye un rap de Màrius Serra y colaboraciones de la Cobla Sant Jordi (Gangnam style, convertida en Sant Jordi style), Obrint Pas, Manu Guix, Carles Belda y Els Catarres.

TIMBRES Y PREJUICIOS / El sonido de la gralla, su timbre tendente a cierta estridencia, ¿es difícil de digerir para un oído no entrenado y explica los recelos que puede despertar en el público? «Es un instrumento corto, pensado para la calle, con mucha potencia sonora», razona Sabaté, para quien la gralla equivale a «fiesta».

Si ha habido reservas hacia ella, estima, será porque no se tocaba bien. «Se ha asociado a poca calidad, a que si se desafina no pasa nada, porque es música popular, de ruido y fiesta», lamenta Sabaté, que dice saber poco de otro tipo de prejuicios, más ideológico. «Yo aún estoy saliendo del cascarón y no sé si años atrás el folclore no interesaba. Para mí es parte del día a día». Ducable coincide en la crítica al gremio. «¿Cuántos grallers tocan bien? Faltan referentes top, y la gente piensa en la gralla a partir del vecino de al lado, que toca sin ninguna aspiración».

Pero esta nueva generación de grupos ya está cambiando mentalidades, como celebra Sabaté. «Cuantas más propuestas haya y más diversas, mejor, porque serán revulsivos para que suba la calidad».