CRÓNICA

Grabando con Jabier Muguruza

El cantante exhibió sensibilidad en Barnasants

JORDI BIANCIOTTO / L'HOSPITALET DE LLOBREGAT

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Jabier Muguruza grabó el viernes un disco en Barnasants, en el auditori Barradas, de L'Hospitalet, con un recital que se salió un poco de los cauces naturales: tres invitados (Mariona Castillo, Meritxell Gené y Feliu Ventura) y un repertorio con piezas inhabituales. Como la sesión iba a quedar inmortalizada, pidió «un poco de calor» al público, y sus deseos se convirtieron en órdenes hasta el punto de que, vista la sobreactuación en forma de salvas de vítores, pidió moderación. «¿Vosotros os pensáis que esto cuela?».

Hubo dulce ironía, como siempre, y esas estampas cotidianas en las que, con pocas palabras, quedan retratadas actitudes y se insinúan microscópicas tragedias. Esta vez, con el contrapunto de las voces invitadas, como la de Castillo, recitando Bikote bat en catalány Gené, poniendo sentimiento a Tan petita, de Maria Mercè Marçal. Con el sutil sustento del piano de Mikel Azpiroz y, a veces, como en el vals Beste nonbait, del acordeón de Muguruza.

El de Irún recordó que su repertorio «tiene contenido social, aunque no salte a la vista», y ahí podríamos encuadrar a Nik ez diot barrerik egiten (Ventura cantando en euskera, «valiente y con buena pronunciación») y Errua nirea da, inspiradas en el dolor colectivo y la pobreza sobrevenida. Materias compatibles con la crítica a la «anorexia afectiva» de Maite zaitut, ez y la proclamación de amistad de Eskaintza. Muguruza, más compartido, pero con su poder emotivo intacto.