AMBICIOSO PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DEL AUTOR DE 'LOS CAPRICHOS'

El Goya más personal

OBRAS3Arriba, de derecha a izquierda, 'Aún aprendo' (1826) y 'Cabeza de ángel' (1772). Abajo, un autorretrato que Goya dibujó en una carta que mandó a Martín Zapater, en 1794.

OBRAS3Arriba, de derecha a izquierda, 'Aún aprendo' (1826) y 'Cabeza de ángel' (1772). Abajo, un autorretrato que Goya dibujó en una carta que mandó a Martín Zapater, en 1794.

NATÀLIA FARRÉ / SANTANDER

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1826, Goya, con 80 años de edad y ya refugiado en Burdeos, realizó uno de sus dibujos más célebres, Aún aprendo, una obra basada en una sentencia de Miguel Ángel y que es uno de sus trabajos más tardíos, de ahí que se tenga como una especie de autorretrato último del artista, del genio que nunca muere, del hombre, que ya mayor, todavía busca nuevos recursos: «No quiero imprimir otra vez Los Caprichos porque tengo ahora grandes ideas», escribía por esas fechas.

La pieza, como toda la producción del aragonés, muestra la maestría del creador con el lápiz y es uno de los 520 dibujos que conserva el Museo del Prado del artista, y uno del millar que le sobrevivieron. Un conjunto de obras poco estudiadas y que ahora la pinacoteca madrileña, bajo la iniciativa de la Fundación Botín, se dispone a investigar y restaurar con el fin de editar el primer catálogo razonado de dibujos de Goya. Un proyecto que durará cinco años y costará 1,7 millones de euros -aportados por el centro cántabro- y que se evidenciará con la edición de cinco volúmenes y la celebración de dos grandes exposiciones: una en el Centro Botín de Santander, en el 2016, y otra, en el 2019, en Madrid, coincidiendo con el bicentenario de la apertura al público del Prado.

Pese a que históricamente no se ha profundizado mucho en los dibujos de Goya, nadie discute su importancia, una trascendencia comparable a la de sus pinturas y estampas por la renovación formal y técnica que supusieron. Y es que «Goya se encuentra entres estos grandes y prolíferos pintores, como Rubens, Rembrandt, Picasso y Matisse, que convirtieron del dibujo en algo más que una habilidad. En Goya el dibujo es una razón de ser en sí mismo", apunta Miguel Zugaza, director del Prado. No en vano, en los dibujos es donde el aragonés plasmaba con total libertad su visión del mundo. Son la obra más privada del pintor, quizá por eso, por lo personal de esta creación, que hay unos años -los que van de 1778 a 1792- sin dibujos firmados por el creador. Algo impensable para Manuela Mena, directora del proyecto junto con José Manuel Matilla, «cuando vuelve a dibujar la maestría es tan suprema que impide pensar que no hubiera dibujado más», afirma. Una explicación posible, para Mena, es que Goya hubiera hecho como Miguel Ángel: «quemar los dibujos para que nadie pudiera ver el esfuerzo enorme que suponía su creación».

Referencia obligada

Los quemase o no, lo cierto es que en la actualidad se conservan un millar de dibujos, repartidos por museos de todo el mundo, que son los que se investigarán para elaborar el catálogo que será, a juicio de Paloma Botín, vocal del patronato de la fundación, «una referencia obligada para el estudio de Goya». Un trabajo que se sumará a los otros catálogos -Murillo, Gutiérrez Solana, Madrazo, Gargallo y Maella, entre ellos- elaborados por el centro cántabro desde que en el 2006 se volcó en la difusión del dibujo español; y que espera inaugurar a lo largo del 2015 su nueva sede, un espectacular edificio de Renzo Piano que ha costado 80 millones de euros y que será sala de exposiciones, escuela y punto de encuentro de artistas.