Gosling y Crowe sacan la vis cómica

En 'Dos tipos buenos' los actores alternan 'sketches' de humor y escenas de acción no siempre inspirados ni memorables

russell crowe Y ryan gosling

russell crowe Y ryan gosling / periodico

NANDO SALVÀ / CANNES

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Shane Black ganó mucho dinero en Hollywood, se lo gastó todo en fiesta y se convirtió en un apestado. Antes, eso sí, con sus guiones inventó él solito un subgénero: un tipo de cine policial lleno de acción musculosa y trufado de humor con olor a sobaco. Eso eran títulos como 'Arma letal' (1987), 'El último Boy Scout' (1991) y 'El último gran héroe' (1993), y eso de algún modo es también la nueva película que ha escrito y dirigido, presentada este domingo en Cannes fuera de concurso. Pero, además de esos ingredientes, 'Dos tipos buenos' contiene también a dos actores de pelo en pecho como Russell Crowe y Ryan Gosling en su reparto, lo que la convierte directamente en el equivalente fílmico del carajillo de coñac y los partidos de futbito del sábado por la mañana. Pura virilidad.

Crowe y Gosling dan vida a dos detectives privados no del todo competentes en la hortera Los Angeles de los años 70 que reciben el encargo de resolver el misterio que rodea la muerte de una actriz porno desaparecida. En el proceso tropezarán con una trama de corrupción política. Es decir, toma ingredientes arquetípicos del cine negro -lleno de 'femmes fatales', matones impasibles y tipos que golpean primero y preguntan después- y, eso sí, juguetea con ellos con el fin de hacer chanza a costa de las reglas del género. Es, pues, posmoderna, y eso hace 15 años la habría convertido automáticamente en una película de lo más original. Hoy la estrategia está más vista que el tebeo porque se ha usado hasta la saciedad, en ocasiones -como en 'Kiss Kiss Bang Bang' (2005)- por el propio Shane Black. 

A pesar de la evidente química que Gosling y Crowe comparten -y de la que han vuelto a hacer gala este domingo durante una rueda de prensa en la que no han dejado de ponerse verdes-, en general a Black esta vez no se le nota del todo cómodo en su propio terreno, quizá porque está desentrenado -llevaba más de una década sin tocar el género, intervalo durante el que rodó 'Iron Man 3' (2013)- o quizá porque nunca antes había privilegiado como lo hace aquí la comedia sobre la acción.

De hecho, en esencia 'Dos tipos buenos' es una colección de 'sketches' no siempre inspirados separados por una serie de secuencias de acción no especialmente memorables. Y sus contados momentos verdaderamente hilarantes no compensan las dificultades que el acceso a su proyección para la prensa ha provocado. Estar en el festival de Cannes y pasarse una hora haciendo cola para ver una película como esta es como tener que apuntarse en una lista de espera para conseguir mesa en un McDonald’s.

JUVENTUD AMERICANA

Entre todas las películas presentadas hasta el momento en la competición de Cannes es la última en hacerlo, 'American Honey', la única que resulta verdaderamente execrable. Y eso es una penosa sorpresa considerando el historial de su directora, la británica Andrea Arnold: dos gemas del cine social, 'Red Road' (2006) y 'Fish Tank' (2009), y una magistral versión de 'Cumbres borrascosas' (2011).

Aquí Arnold se lanza a la carretera de Estados Unidos con el nada modesto fin de capturar el espíritu del lumpen de la juventud americana. Y dedica casi tres horas de interminable metraje a intentarlo, con la actitud y la autocomplacencia de quien está haciendo algo único y como si el cine de Gus Van Sant y Larry Clark simplemente no existiera.

Mientras avanza -es un decir- a través de una narrativa morosa y repetitiva, no muestra interés verdadero alguno en explorar a sus personajes a pesar de que tiempo no le faltaría para ello. Arnold además parece tratar de convencernos de que la sordidez de la América profunda es inmensamente poética, y de que un puñado de jóvenes mugrientos que viajan en coche escuchando rap a todo trapo o hacen el cabra, sin dejar ni por un instante de resultar irritantes, son del todo fascinantes.

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