Gorka Benítez: «Siempre tocamos la misma canción»

El saxofonista vasco presenta el sábado en el Auditori 3 'Gasteiz', con David Xirgu y Ben Monder

El músico vasco Gorka Benítez, en una imagen promocional.

El músico vasco Gorka Benítez, en una imagen promocional.

ROGER ROCA / BARCELONA

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Lírico, melódico y jondo sin ser flamenco, Gorka Benítez es una de las voces más reconocibles del jazz del país. El saxofonista y flautista vasco y su inseparable batería, David Xirgu, se reencuentran con el guitarrista norteamericano Ben Monder para presentar el directo Gasteiz el sábado (21.30 horas) en la Sala 3 del Auditori.

-Saxo, batería y guitarra eléctrica. Un formato poco habitual en el jazz pero que se repite en su trayectoria.

-Ben Monder ya grabó en mis primeros discos hace 15 años. La guitarra pega más con mi música, me la imagino más cercana que el piano u otros instrumentos. Será porque me gustan el rock y el pop, pero en mi música siempre oigo guitarras.

-Arma usted grupos poco canónicos. 

-Me junto con gente musicalmente abierta y con carácter. No me imagino tocando con alguien que tienda a un estilo de música en concreto.

-Usted a lo que tiende es a hacer composiciones que parecen canciones.

-Para mí el formato canción es lo máximo. Siempre persigo eso, que sea silbable. También hay temas que son más bien pretextos para desarrollar una idea melódica, un color. Pero las dos cosas se complementan. Para que te salga un blanco está bien que pongas algún tono oscuro que contraste.

SEnDGasteiz recuerda a lo que hacía Mikel Laboa. Canciones de raíz folclórica que se transforman en otra cosa. 

-Ya me gustaría. Siempre he tenido mucho respeto a Mikel Laboa. Era un genio que podía hacerte una canción y convertirla en una majarada. Para eso hay que tener manos. Yo me he criado con el folclore vasco y sin duda eso tiene que dejar una huella importante. A veces se confunden las influencias con las cosas que te gustan. Para mí las influencias son lo que dejan un poso en ti y te acompaña hasta la tumba.

-¿Se siente más cerca de ese universo folclórico vasco ahora que cuando empezó a hacer jazz?

-No lo sé. Yo escucho a un cantautor como Ruper Ordorika porque es mi colega, grabo con Jabier Muguruza porque me lo propone, pero no es que ande detrás de la música vasca a propósito. ¿Sabe lo que igual puede ocurrir? Que según vas haciendo y haciendo cada vez tienes menos remilgos y más fe en lo que haces. Escribo lo que me sale, me lo creo y ya está. A David Xirgu, medio en broma, le digo que siempre tocamos la misma canción. Siempre. Se trata de tener tu manera de entender la música. Pues ahí estoy. No sé, otros juzgarán. Yo le juro que lo intento, lo intento de verdad.

-Otra constante en su música es que incluso cuando sube de volumen, aún suena cercana, como dicha al oído. 

-Es lo que a nosotros nos gusta el jazz, esa cosa absolutamente orgánica y de mucha intensidad. Y con todo su riesgo, porque para Gasteiz no ensayamos ni hostias. Menos el primer tema, todo lo demás está escrito para la ocasión. Llegamos, ensayamos 20 minutos y luego tocamos, así como se lo digo.

-Duke Ellington decía que componía pensando en sus músicos. ¿Usted también?

-Pensar en la persona que va a tocar la hora de escribir es bonito. Es como si estás vistiendo a alguien, tienes que verle la cara, cómo anda, su gesto. Al fin y al cabo lo que hago es un mapa para que ellos puedan explorarlo. Yo escribo un do y un re pero ya sé que ellos lo van a llevar mucho más allá.