DRAMA

Girlhood Mujeres disconformes

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Céline Sciamma

Jean-Luc Godard decía que todo filme de ficción es también un documental sobre los actores que los interpretan, y ponía como ejemplos sus propios trabajos con Anna Karina y Jean-Paul Belmondo, Vivir su vida y Al final de la escapada, por ejemplo. Y no se trata de una de las características boutades del director. Girlhood es otra buena demostración de esta teoría, subrayada además por su acento más naturalista y el estilo interpretativo de sus protagonistas principales y no profesionales.

La película ofrece el relato directo y mesurado de las andanzas de cuatro muchachas de raza negra de la periferia parisina. Todas ellas se niegan a acatar las normas impuestas por el instituto, la familia o las gentes del barrio. Su itinerario es el de la disconformidad, pero también el de la búsqueda de la felicidad aunque sea fugaz. Las escenas en las que se reúnen en una habitación de hotel para bailar y cantar tienen esa maravillosa espontaneidad que solo otorga un estilo similar entre la ficción y el documento, además del estrecho entendimiento entre directora y actrices.

La realizadora del filme, Céline Sciamma, da un paso de gigante en relación a la anterior Tomboy, retrato igualmente ecuánime de una niña que no encuentra su identidad sexual. Girlhood es más expansiva y expresiva, mide muy bien los distintos tiempos dramáticos y los más distendidos y, como decía Godard, se convierte en un gran documental de sus propias, desconocidas y magníficas actrices. QUIM CASAS