entrevista con el Cantante griego afincado en Barcelona

Giorgis: "La canción es paciente, y no efímera como el teatro"

El cantautor griego Giorgis, para quien Barcelona es una inspiración.

El cantautor griego Giorgis, para quien Barcelona es una inspiración.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Cantante y compositor ateniense con residencia en el Eixample, Giorgis mostró su sensibilidad mundana hace un par de años con Flaneur y nos sorprende ahora con Barcelonauta. Un disco en el que homenaje un imaginario barcelonés pretérito, con adaptaciones de canciones dedicadas a la ciudad (como las dos piezas tituladas Barcelone, una de Charles Trenet y otra de Boris Vian) y rescates de la era dorada del Paral·lel. Piezas en castellano, catalán y francés que muestra hoy en la Galeria-Café Cosmos y, el sábado, en Almo2bar.

-¿Un homenaje a la Barcelona bohemia de otros tiempos?

-Un disco sobre cómo se divertía, y cómo bailaba, la gente entre los años 20 y 50 en Barcelona.

-¿Qué le llevó hasta ahí?

-Todos tenemos recuerdos, de nuestros padres y abuelos, de cosas que no hemos vivido. Yo los tengo de Alejandría, donde vivían mis abuelos, y que también era cosmopolita: en los años 40 y 50, en la calle podías escuchar griego, árabe, francés, italiano e inglés. Todos tenemos esos recuerdos y nos quedamos con su parte más bonita. Porque la bohemia de los cafés nació de la pobreza, de los estudiantes de París, que no tenían calefacción en casa... ¿Ha visto Midnight in Paris, de Woody Allen?

-Claro. Deliciosa.

-El protagonista viaja a los años 20 y la chica le dice «no, no, la mejor época era la anterior». Siempre nos quedamos con algo que es más bonito. Y la canción es paciente; espera a los contemporáneos de cada época para que la descubran y aprecien, y no es efímera como el teatro. ¡En este disco hay canciones que no se han versionado nunca!

-¿Cuáles?

-Janine, una canción preciosa de Don Byas, primer saxofonista de Count Basie, Dizzie Gillespie, Duke Ellington... Se grabó por primera vez en Barcelona, donde vivió entre 1946 y 1948. Descubrir estas cosas fue una sorpresa. O La complainte de Barcelone, más portuaria, sobre un marinero que se enamora de una prostituta. Es la segunda versión que se graba. Ni siquiera está registrada por ninguna sociedad de autores.

-¿Que atraía de Barcelona?

-Qué es una mezcla de la Europa del norte y el Mediterráneo. Me impresionó la primera vez que pasé por el pasaje Permanyer y vi esas casitas modernistas y, en el jardín, una palmera. En Atenas también había palmeras, pero después de la liberación de los turcos se talaron porque se consideraban poco europeas.

-¿Cuántas canciones existen sobre Barcelona en el mundo?

-Muchísimas. Investigué mucho y solo en francés existen al menos unas 300. Sufrí al elegirlas. ¡Quería hacer un disco doble! Barcelona inspiraba a tanta gente... Y de todas las épocas: la actriz Emmanuelle Seigner tiene Alone in Barcelona, y Sophie Marceau, Fuck you, Barcelona, una canción de desamor. La más antigua es una polka de 1890, Barcelona, de la que no he encontrado grabaciones; solo la partitura.

-¡Canciones no grabadas!

-Sí, antes los éxitos se creaban de otra manera. En Grecia, como la gente no tenía gramola, en los teatros se repetía muchísimo la canción, cuatro o cinco veces. Luego había unas chicas muy guapas con carteles con la letra, y la gente podía cantar el estribillo. Al salir del teatro todo el mundo salía tarareando la canción, y sabían si iba a ser un éxito o no.

-Adapta Recordant la Monyos, Visca el Paralelo... ¿Qué representa para usted el Paral·lel?

-Era la avenida de la diversión del pueblo y no de los ricos. Montmartre era de los ricos, como la Rambla. En cambio, al Paral·lel iba el obrero y todo tipo de gente. Eso es muy interesante y, diría, único en el mundo.

-Podría haber sido un disco de canciones para escuchar, pero tiene una vocación bailable.

-Me parecía interesante. Todos los ritmos que hay aquí se pueden bailar: hay blues, vals, boogie, charleston, y una versión swing de Fuentes de Montjuïc, que cantó Josep Guardiola en el Festival del Mediterráneo.

-En este disco, ¿advierte a los barceloneses que no somos conscientes de nuestro pasado?

-Por supuesto. Ahora se ha puesto de moda el lindy hop, el baile swing, y mucha gente no sabe nada de la época dorada del jazz en Barcelona. Aquí venían a actuar Joséphine Baker, Charles Trenet, Maurice Chevalier, Django Reinhardt... También venían músicos y cantantes madrileños porque los estudios y fábricas de discos estaban aquí, y también los aficionados al jazz, que tenían el  Hot Club con su radio, su revista... ¿Se imagina? ¡En los años 30!

-¿Se considera nostálgico?

-No, me quedo con lo bonito de cada época; lo más esencial. Me atrae buscar, en lo efímero, aquello que pueda convertirse en eterno y clásico. Como estas canciones.Como Janine. Quizá era un regalito para mí y me estaba esperando. Me gusta pensar que rescato cosas perdidas. Hay un arte que vive en un mundo paralelo, esperando que alguien lo traiga al mundo real. Así lo explicaba una vez Ute Lemper y me gustó.