LA BAILARINA Y COREÓGRAFA MORA GODOY

De Gardel a la electrónica

, innovadora reina del tango, presenta en el Teatre Grec un espectáculo que viaja del estilo tradicional al más vanguardista

Mora Godoy y su pareja de baile, Marcos Ayala, ayer, en Barcelona.

Mora Godoy y su pareja de baile, Marcos Ayala, ayer, en Barcelona.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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Lleva 20 años dibujando, encaramada sobre stilettos de 10 centímetros, las más sensuales y vertiginosas figuras y acrobacias en abrazos tangueros. Es la argentina Mora Godoy, la mayor embajadora del tango. Bailarina, coreógrafa, productora y directora de una compañía que recorre el mundo entre ovaciones. Ha bailado bajo la batuta de Daniel Barenboim; ha despertado «la locura» en China y Siberia; y hasta les enseñó algunos pasos a los Rolling Stones -«a los que mejor se les da es a Ron Wood y a Keith Richards; Mick Jagger se quedó atento mirando fascinado», rememora-. Esta noche la reina del tango debuta en Barcelona, en el Teatre Grec, con Buenos Aires tango. Cinco parejas de baile (ella con Marcos Ayala) y cuatro músicos viajan desde Gardel al techno.

«El espectáculo empieza por el tango tradicional, pasa por la milonga de Astor Piazzolla y luego aborda el estilo más moderno, el tango electrónico y la salsa milonga», explica la protagonista, gran renovadora de una danza que ha llevado al territorio de los ritmos de hoy, sin arrinconar el obligado bandoneón arrabalero. «Siempre he sido muy vanguardista, me gusta acercarme a las nuevas tendencias mundiales, como David Guetta; por eso gusto mucho a los jóvenes. Pero lo hago sin perder el origen».

El personal y brioso estilo de Godoy se define por un currículo iniciado en el ballet clásico (en la escuela del Teatro Colón de Buenos Aires). «A los 5 años vi en la tele a Maya Plisetskaya y le dije a mi padre: '¡Yo quiero ser bailarina!'. A los 8 empecé ballet y ya no paré», recuerda. Luego, antes de entregarse a Piazzolla, estuvo durante tres años   en una compañía de jazz. «No he abandonado mis comienzos; fusiono la clásica y el jazz con la esencia del tango», agrega la empresaria y estrella del show televisivo Bailando por un sueño que le ha dado enorme fama en su país.

Recuerda la artista de La Plata que cuando hace dos décadas empezó a flirtear con la danza porteña, esta estaba casi agonizando. «Había pocas milongas donde bailarla y era muy difícil encontrar lugares para estudiar. Luego Argentina miró hacia fuera y vio que en el resto del mundo sí había academias y milongas». El bandoneón cogió aire y ella creó la primera escuela integral de tango.

Pionera en musicales

Fue también, se congratula, la primera mujer productora y directora de musicales -«No fue fácil porque es un mundo muy machista. Es un sueño lo que he logrado»SEnD. Triunfó con Tanguera (que llegó hasta Broadway) o el más reciente Chantecler Tango, que hizo dos temporadas en Madrid. Su sueño, dice, es traer este último -«un gran espectáculo»- a Barcelona, una ciudad que le «encanta y tiene  mucha cultura tanguera».

De momento, hoy saltará al anfiteatro con su virtuosa técnica,  su sensualidad, sus acrobacias y una sonrisa poco habitual en el género que la ayudan a quitarle al tango su melancolía. «Me gusta sonreír, es una de mis características. Si estás siempre seria parece que estés sufriendo, y yo disfruto. Ayala es un excelente bailarín y nos divertimos mucho», sostiene. Saldrá también, como el resto de bailarinas, con sus taconazos de aguja. «Tengo los pies bastante bien. Aunque es mucho más difícil, una se acostumbra y queda más elegante y bonito».