UN PERSONAJE DE LA TRANSICIÓN

García Calvo, el profeta heterodoxo

El filósofo, que recibió tres veces un Premio Nacional, muere a los 86 años

Agustín García Calvo, en su domicilio madrileño, en el 2009.

Agustín García Calvo, en su domicilio madrileño, en el 2009.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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En la España de la transición, Agustín García Calvo era poco menos que una leyenda. Este filósofo, poeta, catedrático de Filología latina, ensayista, traductor y por encima de todo ácrata profesional -aunque en los últimos tiempos renegara de la acracia para instalarse en un nihilismo muy personal- murió ayer a los 86 años en Zamora, la ciudad en la que había nacido en 1926.

Como ha destacado uno de sus más queridos alumnos, Fernando Savater, García Calvo era una persona «única por su original fuerza». La originalidad empezaba por su apariencia y proseguía con sus ideas, o viceversa. Así en su pintoresco y provocativo atuendo se combinaba todo unpantonede colores no necesariamente bien combinados, acompañado de fulares indios y varias camisas superpuestas. Acuñó eselooksemi-hippy en los años 60, lo remataba con despeinada melena canosa y sus características patillas unidas al bigote, y ahí se quedó hasta el final. Su fama estalló en España a la vuelta del exilio cuando rondaba los 50, aunque por sus actitudes y crítica feroz y heterodoxa a los valores oficiales, pareciera más joven y rebelde que muchos de sus alumnos. Más tarde esos discípulos crecieron y cambiaron. García Calvo, preso en su personaje, no lo hizo.

EXILIADO EN PARÍS / El mito había sido demasiado poderoso. Fue, con Aranguren y Tierno Galván, uno de los profesores expulsados de su cátedra en 1965, sufrió ocho detenciones en los años siguientes y en 1969 marchó a París, donde mantuvo una célebre tertulia en el café La Boule d'Or, hasta que a principios de 1977 regresó a España y a su cátedra. Entonces fue adoptado por los jóvenes como profeta de la contracultura.

En el capítulo erudito dejó su teoría general del lenguaje en una trilogía fundamental publicada en los 80, así como diversas piezas teatrales y por encima de todo poesía, actividad que no abandonó ya que dedicó sus últimos años a hacer recitales. También se le solía encontrar en la tertulia que lideraba en el Ateneo madrileño.

ACTITUD PARADÓJICA / A García Calvo también le han acompañado las contradicciones. En 1993, se le impuso una multa de 10 millones y medio de pesetas por no haber hecho jamás la declaración del impuesto sobre la renta. El filósofo, curiosamente hijo de un inspector de Hacienda, pidió ayuda pública a sus lectores y consiguió que estos le abonaran la mitad de la deuda. Le llovieron las críticas por la iniciativa.

Al igual que cuando aceptó las dotaciones económicas del Premio Nacional que se le concedió en tres ocasiones: de Ensayo en 1990, de Literatura dramática en 1999 y de traducción al conjunto de su obra en el 2006. Más tarde, el propio García Calvo se reprochaba si aceptando esos galardones no se habíamanchadocon la institucionalidad que tanto detestaba. Eso sin contar que accedió a la petición de Joaquín Leguina, y tras la mediación de su amigo Sánchez Ferlosio, de escribir el himno de la Comunidad de Madrid.

Tras haber renegado durante años del matrimonio burgués -pasó por uno cuando era muy joven- se enamoró ostentosamente de la poetisa Isabel Escudero, que ha sido su compañera durante 36 años, y a la que está dedicada la poesíaLibre te quieroque Amancio Prada convirtió en canción. Genio y figura. Desde el nacimiento del movimiento 15-M, no faltó un solo jueves a las concentraciones en la Puerta del Sol, junto a unos nuevos jóvenes que volvieron a convertirle en su faro.