FESTIVAL DE CANNES

Vieja guardia no tan vieja

Agnès Varda y Philippe Garrel, ambos historia viva del cine francés, presentan fuera de concurso sus nuevos y personales trabajos

El fotógrafo JR, la directora Agnès Varda y el músico Matthieu Chedid (M), en la presentación de 'Visages villages' en Cannes.

El fotógrafo JR, la directora Agnès Varda y el músico Matthieu Chedid (M), en la presentación de 'Visages villages' en Cannes. / periodico

NANDO SALVÀ / CANNES

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Si algo le sobra al Festival de Cannes es fondo de armario. Mientras su sección competitiva permanecía hoy enzarzada en una agria polémica sobre el futuro del cine, en la periferia de su programación el certamen ha presentando los nuevos trabajos de dos autores que son historia viva del cine francés aunque de ningún modo meras piezas de museo.

Con 'La pointe courte' (1954), Agnès Varda abrió camino a esa nueva ola de jóvenes directores, la Nouvelle Vague, de quienes se dice que inventaron el cine moderno, y desde entonces no ha dejado de experimentar. Ahora, a sus 88 años, ha dirigido su primera película en pareja. En el documental 'Visages villages' vemos a Varda junto al fotógrafo JR -él es el codirector- mientras viajan alrededor de Francia visitando pequeñas comunidades y escuchando historias de sus habitantes, a quienes luego capturan en fotografías gigantes que quedan pegadas en muros y fachadas. Su periplo funciona no solo como una oda a la necesidad de crear arte a cualquier edad y al deber de disfrutar de la vida, sino también como un lamento por un tipo de vida que desaparece a toda prisa.

Philippe Garrel, por su parte, aún no ha cumplido 70 años y lleva más de 50 haciendo cine. 'L’amant d’un jour', tercera entrega de una trilogía que también componen 'La jalousie' (2013) y 'L’ombre des femmes' (2015), es la historia de un profesor cincuentón que se enamora de una de sus alumnas, que resulta tener la misma edad de su propia hija.

Rodada en blanco y negro en apenas 21 días -lo mismo hizo con sus dos predecesoras-, la película habla más o menos de los mismos asuntos a los que Garrel ha dedicado toda su obra: el amor y emociones colindantes como los celos y la lujuria, el choque entre lo sentimental y lo carnal y el conflicto entre la pasión de juventud y el amor de madurez. Material suficiente para varias trilogías más.